Las ponencias de ayer en el Senado por la frustrada ley que despenalizaba la interrupción voluntaria del embarazo marcaron importantes contrastes entre quienes exhibieron opiniones concretas y fundamentadas, tanto a favor de la iniciativa como en contra. Sin embargo, algunos legisladores mostraron una fuerte ignorancia a la hora de volcar sus opiniones y en algunos casos ,con definiciones propias de bestias incapaces de medir sus palabras. Los exabruptos que protagonizaron un puñado de legisladores despertaron la ira de la sociedad y duros señalamientos contra las bancas que ocupan.

Sin lugar a dudas uno de los más vergonzosos fue el legislador salteño Rodolfo Urtubey (hermano del gobernador de Salta). Fue ampliamente cuestionado al justificar su voto contra el proyecto, dado que pidió «una implementación seria, responsable del aborto», y aprovechó su alocución para hacer referencia a los distintos «tipos de violación» que existen, según su juicio.

«Nos tenemos que poner a discutir cuáles son las causas, cuál es el límite, a qué se refiere, qué es el peligro a la vida. La violación está clara en su formulación, aunque habría que ver algunos casos, porque hay algunos casos en los que la violación no tiene un componente de violencia sobre la mujer», propuso el legislador justicialista. Además, agregó: “En los casos de abuso intrafamiliar no hay violencia, pero no se puede hablar de consentimiento. No es la violación clásica”. Sus dichos generaron repudio rápidamente en las redes sociales.

En tanto, el senador por Buenos Aires, Esteban Bullrich; quien se manifestó en contra de aprobar el proyecto, inició su discurso con una insólita comparación: “Quiero comenzar con una pregunta ¿qué es la vida? La vida es lo que nos hace estar hoy acá, sin vida el resto no es importante. Así de importante es la vida, sin vida no hay Pacto San José de Costa Rica, no habría Constitución Nacional, no habría Senado. No existiría la sanción de las leyes, no hay nada”, precisó.

Asimismo, insistió en que «sin maternidad no hay futuro» y sentenció: «Este proyecto de ley es malo, no apunta a reducir el aborto, no apunta a reducir la tragedia, la legaliza y legaliza el fracaso. Quiero creer que si entendemos todos que el aborto deja huellas, deja dolor, no puedo creer que la solución sea que lo hagamos en una condición mejor”.

Otro bochorno lo protagonizó Federico Pinedo (Cambiemos) que explicitó sus prejuicios de clase y su perfil militantemente patriarcal (además de haber calificado a las palabras de Urtubey como «brillantes»).

Un caso tan insólito como vergonzante fue el de la senadora por San Juan Cristina del Carmen López Valverde, del PJ,  hizo explotar las redes sociales cuando reconoció que no leyó el proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo (que tiene un volumen de 14 páginas) pero que a la hora de la votación lo hizo en contra de la iniciativa. «No tuve tiempo», esgrimió sin ponerse colorada.

De todos los senadores que realizaron el cierre de los discursos, la radical tucumana Silvia Elías de Pérez fue la más enfática. En su caso, para rechazar la interrupción voluntaria del embarazo. «Soy de las que creen en el derecho a la vida. Y que no buscan atajos. Que todos los argentinos nazcan y sean plenos», afirmó.

Elías de Pérez también se había mostrado vehemente en su posición durante la discusión en los plenarios de comisión. Allí fue su cruce con el científico Alberto Kornblihtt.

«Una mujer que tiene un embarazo no deseado debe ser asistida con todas las alternativas posibles, que no pongan en riesgo su vida ni la de su hijo. Necesita de un Estado presente», dijo la radical tucumana. También afirmó que «duele que quieran plasmar una nueva forma de discriminación, por deseada y no deseada. Y a esta última quitarle los derechos, hasta el derecho a la vida».

«Realmente, legalizar el aborto es admitir lisa y llanamente el fracaso del Estado. Es desentenderse de trabajar para prevenir embarazos adolescentes y para acompañar a la mujer en el embarazo, que el niño tenga salud», añadió.

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