En una estrategia insólita para despegarse del espionaje ilegal macrista, la excoordinadora de Documentación Presidencial de Mauricio Macri, Susana Martineno, negó haber formado parte de «ninguna estructura de inteligencia», ni «legal o ilegal», y argumentó que pudo haberse «visto tentada de aparentar un rol más importante del que realmente tenía», al justificar sus intercambios con exespías de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

La exempleada de la Casa Rosada amplió su declaración indagatoria en la causa en la que se investiga el supuesto espionaje ilegal contra dirigentes políticos, sociales y de toda índole y se negó a responder preguntas en la audiencia virtual que mantuvo con el juez federal de Lomas de Zamora, Juan Pablo Auge, y los fiscales del caso Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide. 

Acusada de haber oficiado de «canal secundario de la circulación de información obtenida ilegalmente», Martinengo presentó un escrito de 14 páginas al que accedió Télam en el que afirmó: «En alguna oportunidad puede haberme visto tentada de aparentar un rol más importante del que realmente tenía, indicando que podía hacer llegar cierta información a mis superiores, pero esa posibilidad jamás existió realmente».

La imputada está acusada de haber recibido de los agentes Jorge Sáez y Leandro Araque un informe relativo a la comunidad Mapuche; otro sobre los escraches sufridos por el entonces Presidente; de haber solicitado los informes sobre las manifestaciones en el Congreso de la Nación y de haber remitido parte de la información al secretario privado de Macri, Dario Nieto, quien también está citado a indagatoria.

«Susana Martinengo, quien no sólo se reunía con Leandro Araque y el ‘Turco’ Sáez en la casa de Gobierno, tenía contacto asiduo con ellos e intercambiaba información que luego utilizaban para sus aspiraciones políticas y a su vez transmitida a un superior, en este caso, al secretario del Presidente de la Nación, Darío Nieto», escribieron los fiscales Incardona y Eyherabide cuando la convocaron a ampliar la indagatoria. 

Obran en el expediente elementos que prueban que Martinengo utilizó, además, los servicios de los agentes para sus propios intereses y los de su núcleo cercano de personas, cuando intentaba erigirse como candidata, en el marco de una elección legislativa; aspiración que finalmente no logró concretar.

Entre las pruebas en su contra, los fiscales citaron que fue Martinengo quien facilitó a los espías el número de teléfono celular del entonces presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, sindicado como una de las víctimas del espionaje ilegal; además de intercambios de WhatsApp en los que les pedía información para remitir a sus superiores. 

El 28 de noviembre de 2017, según surge de los mensajes analizados por la fiscalía, Martinengo se encontró en la Casa Rosada con Araque quien presuntamente le remitió información de inteligencia sobre la comunidad Mapuche, tras lo cual la imputada le pidió una hora después de la reunión, a través de un mensaje de audio, que le volviera a pasar el informe porque lo había borrado y «le interesa al uno».

Otro intercambio, esta vez, entre Martinengo y Sáez en 2017, da cuenta de que estaba interesada en información vinculada con posibles manifestaciones contra la reforma previsional que iba a ser debatida en el Congreso de la Nación.

«Si tenés un informe que no los comprometa a ustedes pasamelo que yo se lo paso a Nieto, al secretario privado, como hice la vez anterior, viste? Lo debe saber, pero bueno”, pedía la exfuncionaria.

En su descargo, Martinengo cuestionó la prueba reunida en su contra, dijo que no acredita que ella haya formado parte de una estructura de inteligencia, criticó el papel de los fiscales y aseguró que en la primera indagatoria que dio tras haber sido detenida, ante el primer juez del caso Federico Villena, se le impidió «ejercer cabalmente el derecho de defensa».

«Me vi obligada a ejercer mi derecho de defensa luego de estar 48 horas incomunicada y aproximadamente 12 horas en una pequeña dependencia del juzgado, con el grave riesgo que suponían esas condiciones en el ámbito de la pandemia que todavía perdura», argumentó y criticó la «inquisidora actitud» de quienes la interrogaron.

«Jamás formé parte de ninguna estructura de inteligencia ni tuve participación en ese tipo de actividad, ya sea que se haya llevado a cabo en forma legal o ilegal, discriminación que, desde ya, escapa a mis posibilidades de análisis por ausencia de formación y capacitación en la materia, que para la suscripta siempre conformaron un mundo inaccesible y de difícil comprensión», aseguró hoy.

Sobre su relación con Nieto, sostuvo que no mantuvo un «trato habitual o permanente”, que se vieron «pocas veces» y que el vínculo era «cordial pero relativamente distante»; aunque según consta en el expediente él le envió un mensaje para agradecerle su trabajo al concluir el gobierno de Macri y ella le pidió ayuda para conseguir empleo en el futuro. 

«Lejos estaba yo de constituir nexo alguno entre agentes de inteligencia y el Gobierno nacional», sostuvo la excoordinadora de Documentación presidencial que trabajaba en el entorno de Macri desde que llegó a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2007.

«Tareas de ese tipo se encontraban totalmente fuera de mi pequeña esfera de actuación. Es más, para el supuesto de que yo hubiese querido asumir algún rol por el estilo, no existía ninguna posibilidad de que el resultado de tales tareas llegara a altas esferas del gobierno», agregó en el descargo que presentó por escrito. 

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