Sin embargo, S&P advirtió que la nota de la deuda de la Argentina es restringida por sus «vulnerabilidades externas derivadas de su dependencia del fondeo externo para financiar sus todavía elevados déficits fiscales».

La agencia fue taxativa en función de las mejoras que apuntalarían una mejor calificación: «Una política monetaria más efectiva que se traduzca en una inflación sostenida más baja, la reducción de las vulnerabilidades externas o una consolidación fiscal mayor a la esperada, podría mejorar el perfil financiero de Argentina que es actualmente débil, llevándola potencialmente a mejoras en la calificación durante los próximos dos años».

Por el contrario, bajaríamos las calificaciones dentro de los próximos dos años si percibimos una capacidad política menor a la esperada para aprobar e implementar políticas que sostengan la estabilidad macroeconómica. Un incremento inesperado en la polarización política que pudiera bloquear o revertir la agenda de reformas del gobierno y que afecte la implementación de las políticas económicas o una respuesta inadecuada ante acontecimientos externos adversos, podría dar por resultado una baja de calificación».

En su consideración, S&P indicó que la nueva nota «refleja una mayor confianza sobre la capacidad política del gobierno para continuar avanzando con su agenda económica».

S&P destacó que «esperamos que la mayor inversión y la mejor previsibilidad de las políticas económicas en Argentina sostengan un crecimiento económico moderado pero estable en los próximos tres años. El continuo avance para reducir los desequilibrios económicos y mejorar la competitividad en general son un buen augurio para el panorama de crecimiento económico de Argentina».

«Nuestra tendencia estable incorpora nuestra expectativa de que el gobierno tendrá mayor capacidad política para continuar impulsando su agenda económica, lo que dará por resultado una política económica más previsible y una efectividad institucional y gubernamental gradualmente mayor», destacó S&P.

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