Por Roque Ruíz

Como diría un entrañable poeta español: ¿por qué «los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho» nos quieren hacer perder la perspectiva del resultado del 27 de octubre como si el ascenso del futuro gobierno popular lo tengamos que vivir como una frustración o como un trampolín de reconocimiento a la buena performance de los buenos perdedores?

¿Por qué siempre las cosas tienen que ser como ellos quieren que sean, y cualquier goce popular, por mas mínimo que fuera, tiene que estar enlutado por sus mentiras, por sus nostalgias conservadoras y por su poder de compra? Si Bolivia se pronuncia con contundencia hacia su líder popular, estos nostálgicos apoyan manifestaciones callejeras retrogradas que vienen a poner en duda los 10.3 puntos de diferencia que sacó Evo Morales. Pero cuando nuestros estudiantes chilenos salen a la calle por tiempo ininterrumpido para resistirse a la libertad de preferir lo injusto, los apalean, los torturan, los desaparecen, los lastiman, los gasean y los identifican como alienígenas. Y ahora el turno es de Lula libre, condenado por un mercenario que admitió no tener pruebas en su contra, pero si una profunda convicción de que  nuestro líder latinoamericano era culpable.

¿Y qué decir de Alberto? Ganò contundentemente: y no obstante lo cual intentan apagar nuestra alegría, porque la derecha, con todo lo que llovió en estos últimos 4 años, logra aglutinar un gran porcentaje de adhesión sin importar que el común denominador de la misma sea el odio organizado, sobre todo por la prensa que sale a sostener a aquellos viejos rabadanes de los que hable al principio.

Pero estaremos alegres pese a todo. Alegres de la juventud chilena. Alegres del pueblo brasileño. Alegres de la resistencia ancestral boliviana. Y fundamentalmente, alegres y agradecidos con Alberto que va a terminar, indefectiblemente el 10 de diciembre, con esta pesadilla. Y estamos alegres porque todos cantamos la misma canción, de la cual los odiadores no conocen su partitura. Ellos conocen los negocios y la especulación, y como diría León Felipe: «se quedan con todo y nos dejan desnudos y errantes por el mundo, mas yo te dejo mudo. ¿Y como vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego, si yo me llevo la canción?».

*Roque Ruiz (60) es abogado, fue profesor Adjunto de Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho de la UBA entre 1991y 1996. Profesor Adjunto de Instituciones de Derecho Público de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA entre 1988 y 1997.
Desde 1997 se desempeña como Profesor Regular Adjunto Ordinario de la Facultad de Ciencias Económicas de la materia Instituciones del Derecho Público 

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