«…Cúbrete el rostro y llora. Vomita ¡Si! Vomita…» Oliverio Girondo
Hace apenas unos días hemos sido testigos de la redacción de un documento, suscripto por varios representantes de la derecha neoliberal a nivel local e internacional, entre los que se destacan Vargas Llosa y Macri. Dicho documento dice que en varios países impera un confinamiento con la imposibilidad de trabajar y producir en el marco de una manipulación informativa. Y alerta de que la pandemia pueda utilizarse como pretexto para el autoritarismo.
Si ésto fuera una broma, sería una broma de mal gusto. Pero parece que no. Parece que han tenido la desesperante necesidad de decir algo para demostrar que existen.
¿A quién se le puede ocurrir que la pandemia pueda utilizarse como excusa del autoritarismo?. Como dicen e España: «la ignorancia es muy atrevida».
Allá en el fondo de la historia, Manuel Belgrano no tuvo que declarar una cuarentena en la provincia de Jujuy para que todos se quedaran en casa a esperar mansamente al enemigo para que ocupara el norte de nuestro país.
Todo lo contrario: con un enorme patriotismo, los conminó a dejar sus ranchos y su hacienda como estrategia para enfrentar al enemigo en la emotiva gesta conocida como el éxodo jujeño. Y a punta de pistola amenazó fusilar a los terratenientes jujeños que querían quedarse en sus haciendas para hacer negocios con la colonia española.
¿Cómo habrían tratado a Belgrano estos personajes que hoy se animan en su más extrema desesperación a suscribir esta declaración obscena que constituye (como diría alguna vez Manuel Azaña) una rebelión a la inteligencia de todos los argentinos. Seguro que habrían dicho que Belgrano afectaba las libertades públicas, el derecho de propiedad y una veta de autoritarismo en el accionar de nuestro prócer, a quien sólo recuerdan por haber creado la bandera con un ala del color del cielo y con otra ala del color del mar. La pandemia está haciendo estragos en los países más desarrollados del mundo. Y que contando con recursos mucho más importantes de los que cuenta el tercer mundo, no pueden con ella. Y a estos tipos que firman esa declaración obscena les resulta insoportable que un país como la Argentina, que gracias al liderazgo de su presidente, haya podido exhibir uno de los niveles más bajos de contagio y por consiguiente, uno de los niveles más bajos de mortalidad.
¿Es creíble que esta gente no sepa eso? ¿Estará tan mal informada que no advierta que Norteamérica cuenta con más de un millón de infectados y en breve va a tener más muertos que en la Guerra de Vietnam? ¿Que Bolsonaro tiene el nivel de contagiados y de muertos más alto de Latinoamérica y ocupa el número 11 del mundo? ¿Es creíble que no sepan eso? Porque estos dos países exhiben sus decenas de miles de muertos por seguir las recetas de los Macri, de los Vargas Llosa, de los Bullrich, al haberse opuesto a la cuarentena y subestimar la enfermedad que ocasiona el covid-19.
Yo creo que no. Yo creo que lo saben, pero no creo que les moleste una supuesta violación de las instituciones, de la libertad, de la propiedad, etc. Prueba de ello es que no han dicho media palabra sobre el golpe de Estado en Bolivia ni la violación de los derechos humanos que se sucedió en el país andino. Lo que le molesta a esta gente y los ha motivado a suscribir la declaración del 24 de abril del corriente año (la que es una verdadera invitación al vómito) es la tremenda popularidad que tiene Alberto Fernández por comprender a su gente, por entender el clamor popular, por mandar obedeciendo a su pueblo y por el éxito de su poder obedencial.
Están muy nerviosos por lo que va a suceder en el país después de la cuarentena. Pero esos nervios no se entroncan con la pobreza, con la marginalidad, con la desocupación, rubros que jamás les ha importado a la derecha. Están desesperados por la popularidad de Alberto y de Cristina, a quienes hace poco, los daban por muertos en la política argentina. No pueden explicar que un pais con tan pocos recursos (que así lo dejaron ellos cuando gobernaron los últimos 4 años) pueda hacerle frente a la pandemia con tanto éxito y con tanta popularidad: el pueblo obedeciendo a su presidente y su presidente obedeciendo al pueblo.
Oliverio Girondo diría de ellos: «… podrán semejarse a caviar envasado, aunque de cerca apestan: a sudor sometido, a cama trasnochada, a sacrificio inútil, a rencor estancado, a pis en cuarentena, a rata muerta…»