Las estadísticas oficiales siguen siendo un dolor de cabeza para el Gobierno que contradice aún las pocas que publica el Indec, todavía golpeado por el despido de su directora técnica Graciela Bevacqua. Esta semana el titular del organismo, Jorge Todesca, difundió el indicador anual del Producto Interno Bruto (PIB) del 2015, cerrado bajo su gestión, que arrojó un inesperado crecimiento del 2,1 por ciento.

El número contradice de manera frontal el relato macrista sobre la herencia recibida, al punto que el propio presidente Mauricio Macri afirmó tajante que “hace cinco años que la Argentina no crece”.


El anuncio de Todesca golpea el relato macrista que justifica el ajuste como un sacrificio necesario para volver a crecer.


Es que desde el crudo diagnóstico trazado por Macri ante la Asamble Legislativa, todo el discurso del Gobierno para justificar el ajuste que está implementando, se basa en la descripción de un sacrificio inevitable para que el país vuelva a crecer. Los datos conocidos hoy complican esa narrativa del oficalismo.

Sensible a esa situación, el Ministerio de Hacienda de manera un tanto insólita se vio forzado a emitir un comunicado para dar “su visión” sobre los números difundidos por el Indec. Por eso subrayó que el incremento del 2,1 por ciento del PBI incluye «una severa tendencia declinante» de la actividad económica durante la segunda parte del año.

Y subraya que “esta caída desestacionalizada del PIB a partir de mediados del año pasado se produjo a pesar del continuo crecimiento de los sectores relacionados con el gasto público», agregando que esa suba «es la contracara de un déficit fiscal creciente que se sostenía con emisión monetaria que generaba inflación”.

Como sea, los datos del Indec refutaron también las estimaciones privadas que oscilaban entre pronósticos de estancamiento y caída de la actividad para el año pasado y como era previsible, provocaron la algarabía del kirchnerismo y en especial del ex ministro de Economía, Axel Kicillof.

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