Eugenio Raúl Zaffaroni, exjuez de la Corte Suprema, analizó la articulación internacional del lawfare. Sostuvo que «hay procedimientos distintos. Por ejemplo, en Bolivia se apeló a la amenaza incluso física de los jueces, sin perjuicio de que algunos estaban dispuestos. En algún país lo que se hizo es directamente cambiar el poder judicial o los órganos supremos. En nuestro caso se armó una estructura de trasladar jueces domesticados como nunca antes se había hecho, armando tribunales ad hoc. Lo que es claro en toda la región es que, desde un punto de vista sociológico, tenemos partidos políticos únicos que son los medios concentrados. Con una visión y una creación única de realidad. Cumplen el mismo papel que en otros regímenes y en otras condiciones cumplían los medios que respondían a Stalin o Hitler. Algo similar es lo común que se aprecia en toda nuestra región, solo varían los procedimientos».
En declaraciones al programa «Y arriba quemando el sol» de Radio Rebelde, Zaffaroni aseguró que «en la Argentina todavía veo intacto el lawfare, sigue con todas las posibilidades. Con el código penal en la mano, el lawfare es una asociación ilícita entre jueces prevaricadores, un grupo de comunicadores, algunos espías, complicidad de ciertos fiscales y funcionarios de algún poder ejecutivo. Tiene por un lado el objetivo de perseguir opositores. Pero lo más importante es que persigue el encubrimiento de los propios delitos. No solo es punición lo que se busca, sino también garantizar impunidad. Por ejemplo, durante la gestión del anterior gobierno han desaparecido 46 millones de dólares. Y eso, aunque se lo lleven arriba del mar, deja estela».
A partir de estas definiciones, Zaffaroni se refirió a dos casos emblemáticos. Acerca del juicio por el Correo Argentino afirmó que «es una cuestión de tiempo. Mucha gente se consideró absolutamente inmune por muchos años, como fue el caso de los genocidas de la última dictadura, pero a la larga algo pasa. Y creo que estas cosas son de suficiente gravedad como para que queden impunes para siempre. No puedo decir lo que va a pasar ahora porque es medio imprevisible, ya que tenemos un grupo de jueces que está jugando para un partido político».
Y luego abordó el juicio por el memorándum con Irán. Zaffaroni aseguró que «esta causa fue siempre un disparate, independientemente de la opinión que uno tenga sobre si fue bueno o malo desde el punto de vista de las relaciones exteriores. Pero fue un tratado internacional que no se concretó. Si supuestamente encubría a los iraníes, hubieran sido los primeros en ratificarlo. Luego argumentaron que era para levantar las alertas rojas, pero apareció el jefe de Interpol de ese momento asegurando que nunca se habló de eso y ni siquiera le toman declaración. También aparece el escrito de Nisman. Era un corte y pegue de computadora, pero no lo hizo él. Nisman no sería un genio jurídico, pero era un tipo que tenía oficio y sabía cómo se realiza un escrito, por lo que resultaba imposible que hiciera semejante desaguisado. En definitiva, era una causa que estaba muerta y la resucitan: levántate y anda. Un verdadero cadáver viviente. Y después aparece Bonadio procesando por traición a la nación, algo que está definido en nuestra Constitución desde 1853 y solo eso es traición a la nación. Un claro prevaricato. Y luego llega el otro inventando los vínculos residuales para negar una excarcelación. Y encima le llaman doctrina. Doctrina en derecho es una construcción jurídica, que se puede compartir o no pero tiene una base. Francamente, en el juicio por el memorándum estamos frente a un caso de una gran torpeza jurídica».