Desde que alcanzó su pico en los primeros días de diciembre, el precio de la hacienda en pie tuvo una rebaja cercana al 17% hasta ahora. Mientras que el 3 de diciembre el kilo vivo de novillito cotizaba a $ 31,09 en el Mercado de Liniers, hoy gira alrededor de $ 25,9.

En cambio, el precio de la carne al consumidor acompañó la suba de la hacienda en diciembre, pero no siguió la posterior baja operada en Liniers. Según confiaron fuentes del sector a LA NACIÓN, el precio de la carne en mostradores y góndolas aumentó entre 14 y 16% en diciembre y se amesetó este mes. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, afirma que los precios irán cediendo, pero aún no se ven rebajas significativas.

«Si uno analiza el precio de la carne en el mostrador, el porcentaje de remarcación está muy por encima de lo que se da en tiempos normales. Evidentemente se ha remarcado para recomponer una situación que no tiene nada que ver con el precio de la hacienda en pie», sostiene Chiesa.

Schiariti explicó que el aumento de la hacienda y el consecuente incremento de la carne hacia fin de año fue el resultado de factores estacionales y macroeconómicos. Por un lado, siempre se reduce la oferta de hacienda en diciembre porque el productor cierra su año fiscal. También ocurre que los supermercados presionan el precio en Liniers por el volumen de compras que hacen para abastecer el consumo durante las fiestas de fin de año.

A esto se sumó esta vez que el productor ganadero comenzó a retener vientres para aumentar su producción a futuro y aprovechar la mejoría de las condiciones para el sector. Schiariti remarcó que en la Argentina el stock ganadero se redujo un 17%, producto de las políticas aplicadas por la administración kirchnerista. Pese a todo, el presidente de Ciccra sostuvo que la baja de los precios de la hacienda debería haber influido en el precio de la carne al consumidor.

Daniel Urcía, presidente de la Asociación de Frigoríficos e Industrias de la Carne de Córdoba (AFIC), afirma que «no hay una relación directa entre el precio de la hacienda y el de la carne. Hay que ver cómo es la realidad en cada uno de los eslabones. Puede haber un aumento en otros costos, como en el caso de los frigoríficos con las paritarias».

Urcía sostiene que a nivel mayorista el movimiento de los precios se refleja muy rápido. El precio de Liniers llega a la carnicería al cabo de cinco días aproximadamente y se produce un rápido reajuste. Pero a nivel minorista, cuando le llega el nuevo precio, el carnicero puede tener carne que compró con el valor anterior. Si el consumidor convalidó esos precios y no hubo merma de la venta, probablemente el carnicero no baje los precios. «Todo depende del comportamiento del consumidor. Si se convalidan los precios altos, esos precios siguen», dice Urcía.

Alberto Williams, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías, sostiene que «si los proveedores que se abastecen en el Mercado de Liniers bajan sus precios, los carniceros no van a tener ningún problema en bajar el precio al consumidor. Todo lo contrario, van a estar contentos porque van a recuperar las ventas. En los últimos días hubo una notable merma de las ventas de carne».

Chiesa cree que es difícil que se produzca una rebaja del precio al consumidor: «Nunca vi que baje el precio de la carne en el mostrador. La hacienda bajó 5 o 6 puntos. Este precio de la carne debería bajar, en la medida en que se restrinja el consumo, claro. Siempre la que tiene la sartén por el mango es doña Rosa».

El presidente de CRA aclara que, en general, la carne es bastante inelástica. Para que baje el consumo el precio tiene que subir abruptamente. Subas de menos del 30% restringen muy poco el consumo.

Según surge de un informe de Ciccra, en el último año aumentó 1,7% el consumo de carne vacuna. Y sus defensores sostienen que su producción es más compleja. «Para obtener un kilo de carne vacuna hacen falta 7 kilos de alimento y de 3 a 4 años. En el caso del cerdo, para producir un kilo se necesitan 3 kilos de alimento y de 6 a 7 meses. Para producir un kilo del pollo se utilizan 2 kilos de alimento y se tarda entre 45 y 60 días», concluye Urcía.

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