Es la estrategia que armaron el presidente Mauricio Macri y su mesa chica de decisión. Apuntar todos los cañones en dirección al kirchnerismo y sus aliados para plantar en la sociedad la idea que hay una campaña para desestabilizar el gobierno y plantear un escenario de helicóptero al mejor estilo De la Rúa.
Jaime Duran Barba y Alejandro Rozitchner fueron los encargados de delinear los detalles de la comunicación a todo el gabinete y secretarios de Estado. «Hay que salir a decir que el kirchnerismo y la izquierda nos quieren desestabilizar», fue la bajada de línea que se impartió entre los funcionarios del gobierno, dijeron varias fuentes dentro de Casa de Gobierno.
La orden se cumple puntillosamente, desde la semana pasada las caras más visibles del gobierno no hablan de otra cosa en los medios y los periodistas oficialistas, también.
«Acá hay un conjunto de dirigentes que tiene una vocación desestabilizante desembozada, sin ningún prurito, sin ningún pelo. Desde la ex presidenta para abajo, hay varios. Y hay varios ex dirigentes o dirigentes gremiales que la acompañaban que claramente acompañan ese pensamiento», acusó el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, para encender la polémica.
Desde la central sindical, los representantes del triunvirato pidieron al Ejecutivo que «mire la realidad» porque si no introduce cambios «se arriesga a un grado de conflictividad mayor hacia el futuro», al tiempo que advirtieron que el paro es «una expresión, un desahogo, una forma de decir ‘escuchame viejo'».
Por su parte, el secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, confirmó que esa central será «parte del paro del 6 de abril» y enfatizó que la protesta tiene que ser «un plebiscito inapelable y contundente contra la política de ajuste» del gobierno.
Triaca, sin embargo, insistió con la teoría de que hay sectores que anhelan que «el Gobierno se debilite porque quieren volver a tener las prebendas, los beneficios que tuvieron en tantas otras ocasiones».
El jefe de la cartera laboral pidió a la CGT que, «en vez de estar discutiendo si hacemos un paro o no hacemos un paro, por qué no nos sentamos a ver de qué manera modificamos las normas, las tareas de gremios y las de empresarios para formalizar a los trabajadores».
«La idea de la reinserción de los trabajadores (en otros rubros) es una fantasía muy grande», contestó Héctor Daer, triunviro de la CGT.
El sindicalista pidió a los miembros del Ejecutivo que «no crean lo que creyó (Domingo) Cavallo en septiembre de 2001 que, reafirmando un plan recesivo, teníamos futuro.
Después tropezamos, y los tropiezos económicos y políticos lo terminan pagando los trabajadores». «Nosotros no ponemos palos en la rueda. Palos nos van a dar a nosotros, si no hacemos el paro», graficó, en tanto, Carlos Acuña, otro de los miembros de la conducción cegetista.
«Siempre hubo sectores que apostaron a la especulación política, pero los problemas que están surgiendo están asentados en el reclamo y las necesidades que tiene una amplia franja de la sociedad», contestó, por su parte, Juan Carlos Schmid, otro de los triunviro de la CGT.
Acuña señaló que «Jorge Triaca sabe muy bien que no hay respuesta para los trabajadores y, al no haber respuesta para los trabajadores, nosotros estamos obligados a representarlos con las herramientas que tenemos».
Para Schmid, «el paro del 6 de abril va a ser de un grado de adhesión muy alto» porque «el gobierno ha gastado el 30 por ciento de su mandato y los cambios no aparecen».