La onda expansiva de los chats filtrados del ministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, parece no tener límite. Una nueva filtración impactó de lleno sobre el juez federal Sebastián Ramos, que fue el magistrado que batió récords de celeridad al cerrar en tan solo un día una denuncia que complicaba al propio D’Alessandro y a Silvio Robles, el principal operador del supremo Horacio Rosatti, por los mensajes que habían intercambiado mientras la Corte debatía temas como los fondos coparticipables que reclamaba el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y la configuración del Consejo de la Magistratura.

Los chats empezaron a circular durante la mañana del jueves, cuando Ramos debió presentarse ante la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados para explicar su fallo del 17 de enero pasado en el que sobreseyó de manera exprés a Robles y dijo que D’Alessandro había sido víctima del espionaje ilegal –sin explicar cómo y sin investigarlo.

Antes de comenzar su declaración ante la comisión que preside la diputada Carolina Gaillard, le preguntaron a Ramos si tenía relación con algunos de los investigados y respondió que no. Antes de retirarse, fue Germán Martínez, el presidente del bloque del Frente de Todos, quien reiteró el interrogante.

¿Hay algún vínculo que usted tenga, sistemático, con Marcelo D’Alessandro y Silvio Robles? –lo interrogó Martínez.

–No, señor –le respondió el juez Ramos.

Los intercambios entre la cuenta de D’Alessandro y la que se atribuye al juez Ramos arrancan el 30 de julio de 2020. El 10 de mayo de 2021, el juez Ramos habría llamado al funcionario porteño para pedirle que le facilite a un conocido la entrega del cuerpo de su madre. A las semanas es D’Alessandro quien supuestamente retoma el contacto el 1° de julio de 2021: le dice que hacía mucho tiempo que no hablaban y que quería saber cómo estaba. Ramos le sugiere juntarse a comer en el club –no especifica en cuál–. El 23 de julio de ese año, Ramos le envía un mensaje de felicitaciones a D’Alessandro. Ese día, asumió como ministro de Justicia y Seguridad porteño.

El 26 de enero de 2022, Ramos le escribe a D’Alessandro: “Hola Tano, hoy me entregaron el Focus!! Gracias”. El ministro le responde: “Nada que agradecer. Ni bien entren los Toyota te doy uno”.

El juez Ramos no respondió la consulta de Página/12 sobre los mensajes que se le atribuyen o su supuesto vínculo con D’Alessandro. En el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, reconocen que el juez Ramos tiene un vehículo de la flota de esa dependencia, aunque aclaran que es la Policía de la Ciudad la que le provee custodia. La versión de D’Alessandro sobre los chats –en general– oscila entre que son ilegales o que fueron adulterados.

De larga data

Otro de los chats incluidos en la filtración apuntan hacia el vínculo entre Ramos y D’Alessandro. En abril de 2019, D’Alessandro le envía un audio a Enzo Cassia, el jefe de gabinete en el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, para pedirle que se ocupe de la situación de un subcomisario de nombre Omar Alejandro González. “Esto me lo pide Seba Ramos, el juez federal”, se escucha en un audio. Aparentemente, el policía González fue convocado a una junta evaluadora en una fecha en la que iba a estar de vacaciones. En el mensaje se escucha que D’Alessandro pide que le digan a Unrein o al “Gallego” que lo resuelvan. Gabriel Unrein es el director del ya célebre Instituto Superior de Seguridad Pública (ISSP) –en el que funge como investigadora senior la jueza federal María Eugenia Capuchetti.

Ramos llegó a la magistratura en 2012. Antes, había sido uno de los secretarios de confianza del exjuez Carlos Liporaci –uno de los emblemas del Comodoro Py menemista– y lo heredó Daniel Rafecas cuando llegó al juzgado federal 3. Su hermano, Martín Ramos, es juez federal en Morón.

En general, Ramos fue cultor del bajo perfil y no tuvo casos de fuerte impacto político. Tuvo la investigación por la bomba que le dejó la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) al funcionario de Defensa José Luis Vila y también la del espionaje en Migraciones. Se deshizo de los dos expedientes.

El vínculo con la Corte

El teléfono de D’Alessandro parece ser una fuente inagotable de filtraciones. La que involucra al juez Ramos es la tercera. La primera expuso a un grupo de magistrados que viajaron a Lago Escondido y que, después de que los periodistas Raúl Kollmann e Irina Hauser lo revelaran en este diario, idearon una serie de maniobras para evitar que se los investigara. La segunda filtración se conoció a finales de diciembre y provocó un tembladeral al dejar en evidencia la relación entre D’Alessandro y Robles, que ya era conocida porque este diario también contó que asistieron juntos al cumpleaños de un fiscal. 

Después de que se conocieran esos mensajes, D’Alessandro debió pasar a cuarteles de invierno. Pidió licencia en el gabinete de Horacio Rodríguez Larreta y denunció ante la justicia que era víctima del espionaje ilegal. El fiscal que le tocó en suerte fue Carlos Stornelli –procesado por sus andanzas con el espía Marcelo Sebastián D’Alessio– y le dio la razón e impulsó la investigación. La denuncia de D’Alessandro sirvió después como excusa para que Stornelli no investigara sus chats con Robles y para que Ramos archivara el caso con toda premura.

Unos nuevos chats parecen contribuir a reforzar la idea del conocimiento entre Robles y D’Alessandro. En febrero de 2017, Laura La Torre le envía un mensaje en el que se presenta como la “subse de Internacionales y la mujer de Robles”.

Los chats entre Robles y D’Alessandro son un eje que recorre todo el pedido de juicio político a los integrantes del máximo tribunal que impulsa el Frente de Todos porque muestran la “familiaridad” entre el máximo tribunal y el principal espacio opositor. Las conversaciones entre ambos funcionarios versaron sobre dos temas: el Consejo de la Magistratura y la coparticipación.

También con Juan Carlos Olima, mano derecha de Casal

En la filtración hay también una serie de mensajes que D’Alessandro intercambió con Juan Manuel Olima, secretario de Coordinación Institucional de la Procuración General de la Nación y mano derecha de Eduardo Casal. El 25 de septiembre de 2020, D’Alessandro le pidió a Olima que le enviara un dictamen por el cual Casal reconocía la competencia de la Corte Suprema para intervenir en el reclamo por los fondos coparticipables que hacía el gobierno de Rodríguez Larreta.

Olima le avisó que no estaba subido a la web del Ministerio Público Fiscal y que era únicamente para consumo de ellos. D’Alessandro le consultó cuándo lo subirían porque sabía que a la Corte ya había llegado. “Sí, sí. Le avisamos que iba. Se le avisó derecho al presi. Lo hizo el jefe”, escribió Olima. El presidente de la Corte, en ese momento, era Carlos Rosenkrantz. El jefe, Casal.

En la Procuración se atajan diciendo que es una práctica habitual que se avise cuando se mandan dictámenes a la Corte y que, en todo caso, Olima le compartió un dictamen que ya estaba firmado y presentado. Eso sí nadie niega que existe un vínculo entre el funcionario de la Procuración y D’Alessandro. Lo explican por cuestiones funcionales como la coordinación de las custodias de fiscales.

Un auto para el hermano de Mahiques

En la filtración también hay intercambios entre D’Alessandro y Juan Bautista Mahiques, el fiscal general de la Ciudad y exfuncionario del Ministerio de Justicia del gobierno de Macri, en los que se tramita la asignación de un vehículo 0km para su hermano, el fiscal Ignacio Mahiques. 

Días después de que le dieran luz verde para que un agente del Servicio Penitenciario Federal (SPF) fuera a buscar el coche, le llega por mensaje a D’Alessandro una nota en la que el fiscal –que impulsó la causa Vialidad contra Cristina Fernández de Kirchner– pedía un auto para trasladarse por la Ciudad. Un procedimiento pensado para dotar de cierta transparencia algo que ya estaba arreglado. (Página12)

print