La cuestión con la expropiación de Vicentín desnudó la improvisación con la que el gobierno de Alberto Fernández manejó un tema tan sensible como el avance sobre la propiedad privada, más aún cuando se trata de una empresa que estafó tanto al Estado nacional como a los productores agropecuarios.
Fernández decidió avanzar sobre Vicentin porque la empresa acumula una deuda de casi $100 mil millones con sus acreedores, siendo uno de los más importantes el Estado.
Luego de un contundente anuncio del presidente -el pasado 8 de junio- respecto de la intervención y posterior expropiación de la cerealera santafesina, se desató una furibunda campaña, promovida por el PRO y sus medios afines, que buscaba emparentar esta medida, que a todas luces era justa y necesaria, con el conflicto por la 125 que en 2008 vivió aguas entre el campo y el entonces gobierno de Cristina Kirchner. Alberto no se banco la presión y el banderazo del sábado terminó de sellar la suerte de la empresa y sus trabajadores. Ahora, prima el plan de Omar Perotti, el gobernador de Santa Fe que busca una intervención consensuada con su provincia.
Sucede que luego que el juez civil y comercial de Reconquista, Fabián Lorenzini, -que lleva adelante el concurso de acreedores de Vicentin-, dispuso el viernes pasado que los interventores que administren la firma sean los designados por los accionistas y al mismo resolvió dejar a los interventores nombrados por el gobierno se sostengan en calidad de veedores, la discusión por el futuro de la empresa tomó un giro de 180 grados.
«La propuesta que trajo Perotti es la primer hipótesis de trabajo que tenemos; una política de rescate de una empresa que se fundió con el macrismo. Los que vinieron a pedir el rescate fueron los dueños, que ya empezaban en diciembre a tener conversaciones con funcionarios del gobierno», dijo el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en declaraciones radiales.
Este domingo, el interventor de Vicentin, Gabriel Delgado, se reunió con el presidente Alberto Fernández para analizar «todas las alternativas» para el salvataje de la empresa en concurso de acreedores y aclaró que el gobierno «no se aferra a los instrumentos», lease la expropiación.
«Con Alberto Fernández analizamos la situación de Vicentin. Repasamos todas las alternativas y no nos aferramos a los instrumentos», sostuvo Delgado en su cuenta de Twitter.
Y destacó que «el propósito del gobierno es preservar las fuentes de trabajo y que los productores puedan cobrar».
El presidente Fernández dijo recientemente que si la justicia no acepta un plan impulsado por el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, (de intervención sin expropiación) y si se mantiene la restitución judicial del directorio de Vicentìn «no queda otro camino posible más» que la expropiación, pero nada apunta a que esto sea tal.
«Hoy la expropiación es el último recurso», dijeron fuertes allegadas el presidente luego del encuentro.
En tanto, en materia parlamentaria, se evidencia que el oficialismo hoy no tiene garantizado el quórum y menos los 129 votos necesarios para avanzar en Diputados con el proyecto de expropiación y esto habría contribuido también a torcerle el brazo al presidente. Los cuatro diputados cercanos a Juan Schiaretti confirmaron este viernes que no avalarán una ley de expropiación de Vicentin. Tampoco contaría con los 8 miembros de Unidad para el Desarrollo, que responden al diputado José Luis Ramón, que rechaza apoyar la iniciativa si no hay plafón popular. Tampoco están garantizados los votos del bloque que lidera el excandidato a gobernador, Eduardo «Bali» Bucca. Los porotos no están, dicen por lo bajo en el oficialismo. Hubo una mala lectura política respecto de la discusión parlamentaria del proyecto que le alcanzó al presidente la senadora Anabel Fernández Sagasti.
Lo grave en todo esto es que una decisión de proporciones como la adoptada por el presidente requiere total certeza respecto de los instrumentos y del sustento político para avanzar en esa dirección. Hoy, no se corrobora ninguna de esas circunstancias y el jefe de Estado queda tecleando en el aire.