A pesar de su decadencia a nivel mundial –o precisamente por eso– el gobierno estadounidense –más allá de lo que establece su agenda oficial– sigue siendo potencia hemisférica. Sólo eso explica que Obama pueda darse el lujo de hablar en Cuba sobre democracia y Derechos Humanos, cuando no logró cerrar la polémica cárcel estadounidense localizada en la base militar de Guantánamo –que por cierto, parece que seguirá siendo territorio de EEUU a pesar de las insistentes demandas cubanas; cuando son armas estadounidenses (en manos de narcos, militares o paramilitares) las que se han cobrado las vidas de miles de personas desde Colombia hasta México en el marco de la “guerra contra el narco-terrorismo”; cuando su propia democracia está en duda, al permitir campañas electorales millonarias financiadas por una minoría rica que es la que parece colocar gobernantes a su gusto.

Esta condición de presidente de un país hegemónico le permite a Obama hablar de “reevaluar” errores del pasado, tal como lo ha hecho Hillary Clinton con respecto a su voto a favor de intervenir Irak o su marido Bill con respecto a la intervención de EEUU en Guatemala en 1954.

En Argentina, Obama declaró: “Ustedes han liderado los increíbles esfuerzos para individualizar a los responsables y harán que el pasado se recuerde y se cumpla con la promesa de ‘Nunca más”. Si quedara en verdad en manos de nosotros y no de “ellos”, estaríamos tranquilos de que no volverá a suceder. Sin embargo, nos inquieta, entre otras cosas, el hecho de que EEUU siga siendo el principal proveedor de “servicios” de entrenamiento a policías y fuerzas armadas de la región en el marco de la guerra contra el “narco-terrorismo”. Como hemos publicado anteriormente, la venta de armas estadounidenses a América Latina y el Caribe en el 2014 alcanzó los 1,605,861,326 de dólares y en el 2012 fue de 2,408,527,664 dólares. Los militares latinoamericanos que recibieron entrenamiento en el 2013 fueron 12,157, mientras que en el 2014 fueron 14,60.

Obama prosiguió: “No quiero hacer una lista de todas las actividades de los EEUU en los últimos 100 años. Sospecho que todos saben. Lo que sí es cierto es que en los años 70, el reconocimiento de los derechos humanos era tan importante como el hecho de luchar contra el comunismo. Desde esta perspectiva, el abuso a los DDHH es de un pasado de Guerra Fría, cuando el problema era el comunismo. Sin embargo, luego de la desarticulación del bloque soviético el enemigo interno e internacional se recicló en “algo” aún más amplio y borroso: desde el narcotráfico y el terrorismo hasta los desastres climáticos, la pobreza y cualquier proyecto, persona o grupo que se oponga a los lineamientos del libre mercado. Son todos factores de “inestabilidad” susceptibles de ser controlados incluso por medio de la intervención de EEUU en asuntos internos de otros países (para garantizar la seguridad nacional americana).

Claro que el objetivo de las visitas no fue solo dar lecciones de ética política. A Cuba viajó con un nutrido grupo de empresarios y en Argentina habló de estrechar el intercambio comercial y poner en marcha mecanismos de cooperación para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, además de profundizar en medidas a favor del medio ambiente.

La base de estas relaciones son las empresas y los empresarios, de ningún modo los pueblos. Obama aclaró: “Nuestros emprendedores están invirtiendo muchos millones de dólares en la Argentina, que podría ser parte de un plan más amplio que podría generar más empleos en este país”. ¿A qué se refiere con emprendedores? A los empresarios estadounidenses que se han hecho millonarios a costa del recorte de los derechos de los trabajadores estadounidenses y a costa de la explotación de la fuerza de trabajo barata en países como México o regiones como Centroamérica.

Esos “emprendedores” son los que auspician las campañas electorales, crean fundaciones para reproducir su dinero sin pagar impuestos, inaugurando la nueva filantropía del siglo XXI y alimentando al “capitalismo con rostro humano”. Son los que se benefician de la especulación financiera ¿De ellos dependerá generar nuevas fuentes de trabajo en Argentina o en Cuba? Dicho sea de paso, viajaron a la isla los siguientes “emprendedores” junto con Obama:  José Andrés, chef y emprendedor, Think Food Group; Saul Berenthal, socio de CleBer; Ursula Burns, CEO de Xerox; Brian Chesky, presidente y fundador de Air BnB; Julie Hanna, CEO de Kiva; Daymond John, CEO de Fubu; Soledad O’Brien de Starfish Media; Daniel Schulman, CEO de PayPal; Ken Siegel, Consejera General de Starwood; Arne Sorenson, presidente y CEO de Marriott; y Sheel Tyle, de New Enterprise Associates, entre otros.

Tal vez algún lector piense: “por qué ese ensañamiento con empresas que pueden mejorar la vida de la gente”. En los hechos (que rara vez son accesibles al público en general, avasallado por medios masivos poco interesados en mostrar “la realidad”) esto no sucede así. Daremos un ejemplo. Durante la estancia de Obama en Argentina, se realizó una reunión con la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham) y uno de los oradores fue el presidente de DuPont Latin America.

Veamos: en el 2013, las ganancias de Du Pont se incrementaron considerablemente gracias al aumento de los precios de las semillas vendidas en América Latina, así como al mayor volumen de fertilizantes colocados, y debido a que goza de exenciones impositivas que garantizan su alta rentabilidad. A esto se sumaron sus ganancias debido al “aumento de la demanda estadounidense en productos de protección anti balas, prendas protectoras y productos para construcción”. Es una de las empresas que forma parte del complejo-industrial militar estadounidense y se enriquece con las diversas incursiones bélicas de dicho país. De hecho, es una de las que participó en la elaboración del Agente Naranja utilizado para defoliar la selva vietnamita durante la invasión estadounidense entre los ’60 y ‘70s.

Tal vez al lector no le interesen las guerras, pero sí el equilibrio ecológico; recientemente Du Pont ha firmado un acuerdo con Monsanto, el otro coloso a nivel mundial en materia de alimentos y semillas, para compartir los avances en biotecnología y semillas modificadas genéticamente. Tal vez tampoco le interese la naturaleza pero sí los derechos de los trabajadores: históricamente Du Pont se ha posicionado en contra de los sindicatos y según el Observatorio de Transnacionales, utiliza a presos estadounidenses como trabajadores, es decir, una especie de trabajo esclavo. Además, ha sido criticada por su expansión hacia la periferia en búsqueda de fuerza de trabajo barata y menos restricciones en cuanto al cuidado del ambiente. Las plantas más importantes de Du Pont están en Puerto Rico, México, Brasil, China y Argentina. Son este tipo de empresas las que se benefician (en realidad, las únicas beneficiarias) de los Tratados de Libre Comercio como el que Obama habla de impulsar con un gobierno “amigo” como el de Macri.

Por último, en Argentina, Obama ratificó su promesa de ordenar la desclasificación de documentos de inteligencia y militares sobre la última dictadura. Si con esta actitud se pretende minimizar el apoyo que otorgó EEUU a las Fuerzas Armadas y sectores civiles latinoamericanos (y argentinos) que implementaron el terrorismo de Estado, decimos que eso es poco probable. Preferimos, en cambio, que el gobierno estadounidense evite poner en práctica tácticas de poder blando y duro para intervenir en los países de la región cuando no se alinean a sus intereses de “seguridad nacional”. La memoria es algo vivo y actual. No se trata simplemente de archivos, sino del contexto en el que se llevó a cabo el horror del terrorismo de Estado en Argentina y América Latina. Es en la asistencia militar, en el negocio de la seguridad-inseguridad, en las estrategias “anti-narcóticos”, en las inversiones de las empresas estadounidenses, donde perviven prácticas e intereses que atravesaron el escenario contra el que combatieron los que fueron perseguidos, torturados, asesinados o desaparecidos en los ’60-’70 en Argentina y en América Latina. Pero no es eso no lo que hay que reivindicar. Obama fue claro al respecto: se puede hablar de derechos humanos y democracia siempre y cuando no se contradiga la lógica del mercado.

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