El presidente, Mauricio Macri, ya no quiere hablar de kirchnerismo. Según entienden en su equipo, la mejor manera de erradicar de la faz de la tierra el paso de los kirchner por el poder, es no hablar más del matrimonio.

Así se desprende de las encuestas y los focus groups realizados por el influyente asesor ecuatoriano Jaime Duran Barba, que recomendó al mandatario reducir las alusiones a la pesada carga que dejó el cristinismo y que se enfoque en comunicar anuncios positivos.

La estrategia inició el mismo 10 de diciembre, cuando asumió al frente del Gobierno Nacional. Las reuniones con sus contrincantes en las elecciones generales, el asadito con los líderes provinciales en Olivos, la exaltación del diálogo y la busca de consensos, tuvieron un objetivo central, diferenciarse -de cara a la sociedad- lo mejor posible de su antecesora, Cristina Fernández.

Sin embargo, estos lineamientos del «pequeño Duran barba Ilustrado» no le cierran completamente al flamante mandatario. Dejar en claro «la pesada herencia recibida del kirchnerismo» es un paso fundamental en la estrategia de Macri para seguir gobernando por decreto y eludir el Parlamento.

Por esto, le ordenó al jefe de Gabinete, Marcos Peña, realizar una auditoría integral del Estado y de la administración pública nacional de modo de poder sincerar la herencia que dejó el gobierno de la ex presidenta Cristina Kirchner.

«Esta auditoría durará todo el verano, queremos terminarla en 60 días. No queremos hablar siempre del kirchnerismo»

El relevamiento durará 60 días y estará a cargo de la Sindicatura General de la Nacion (Sigen), que dirige Ignacio Rial.

Según consigna hoy el ahora periodista oficialista, Mariano Obarrio, «Macri quiere curarse en salud. Planea medidas duras para sanear el Estado y las provincias y revertir el estancamiento económico. Por eso, presume que necesita un inventario para exhibir lo que recibió como herencia. «Cualquier medida se entenderá mejor si mostramos lo que recibimos», dicen a su lado. Posiblemente, esa auditoría se articule con las ya anunciadas en el Senado, la Afsca, el PAMI, la Cancillería y el Ministerio de Medios, entre otras dependencias».

Con este propósito, el presidente transformó el emblemático Salón de las Mueres del Bicentenario -donde Cristina solía encabezar sus actos más importantes- en un galpón desordenado, colmado de mesas y computadoras donde los laderos del Jefe de Gabinete, Marcos Peña: Gustavo Lopetegui, secretario de Gabiente y Mario Quintana, secretario de coordinación Administrativa y Evaluación Presupuestaria, comenzarán junto a un grupo de jóvenes a desarrollar la tarea.

«Esta auditoría durará todo el verano, queremos terminarla en 60 días. No queremos hablar siempre del kirchnerismo», dijo un funcionario de Peña

La actual administración va a impulsar el enjuiciamiento de figuras emblemáticas del gobierno anterior, incluyendo a la propia Cristina. No se trata solamente de una cuestión ética o moral -reconocen- sino además de una necesidad política para cumplir con una de las demandas de la numerosa clase media que votó masivamente a Cambiemos y que puede empezar a fastidiarse por un futuro económico sin buenas noticias en el corto y mediano plazo.

Peña y sus hombres, Lopetegui y Quintana, tuvieron varias reuniones con Rial, titular de la Sigen, y con los sindicos generales adjuntos, Alejandro Ameijenda, y Ignacio Díaz Zavala. Luego de reactivar las UAI revisarán inventarios de bienes del Estado, deudas, licitaciones en marcha, listados de personal, entes cooperadores que contratan personal, según adelantaron, con recursos del Estado y los posibles focos, cajas y negocios de corrupción que ya comenzaron a encontrar o a sospechar.

¿Quiénes, cómo y en qué se gastaba la plata? También pretenden hurgar el personal de cada ministerio, secretaría o subsecretaría de Estado. ¿Qué empleados trabajan y cuáles sólo militan?

«Muchas veces no hay información y no es mala voluntad. En otros, los de RR.HH. son puestos por el kirchnerismo», confiaron al centenario Diario La Nación.

De todos modos, la auditoría no está vinculada a la revisión que anunció el mininstro de Modernización, Andrés Ibarra, de 64.000 contratos temporarios.

En la última reunión de gabinete en la Casa Rosada, Macri escuchó de varios ministros que existía un desorden de contratos de personal y de planes sociales no sólo en la Nación, sino en las provincias. Con ellos -evaluó el macrismo- el anterior gobierno mantenía el disciplinamiento de los gobernadores. Se acordó que la racionalización debía federalizarse.

También mencionaron cientos de empresas y cooperativas que reciben subsidios caóticos. El desafío de los macristas es hacer el saneamiento profundo, pero sin afectar beneficios laborales y sociales para evitar los conflictos.

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