El fiscal Alberto Nisman estaba de pie frente al espejo del baño en suite de su cuartocuando estalló el disparo que acabó con su vida. Como consecuencia del impacto, la cabeza hizo un movimiento brusco, conocido en la jerga médica como «latigazo».
Durante una fracción de segundos, permaneció de pie aunque con alto grado de probabilidad el daño que la bala había causado en su cerebro ya lo había dejado inconsciente.
Según determinaron los expertos en criminalística oficiales y por la defensa del empleado informático Diego Lagomarsino, el cuerpo de Nisman «penduló después del latigazo del disparo» y sangrando por nariz y boca cayó hacia atrás, hasta quedar extendido paralelo a la bañera, con las piernas estiradas y la cabeza trabando la puerta.
Para determinar esta secuencia de la muerte, los expertos tomaron, entre otras, referencia de las manchas de sangre que quedaron en el lavabo. Son manchas de goteo en altura, lo que descarta que Nisman hubiera estado arrodillado, tal como sostuvo la querella que había ocurrido su muerte. Y es sangre proveniente de nariz y boca simultáneamente. Esas manchas tienen un recorrido: comienzan en la bacha, se extienden sobre una manija y se prolongan en la toalla en el piso. Para los investigadores, es la prueba que indica que el cuerpo cayó hacia atrás.