El tarifazo en el servicio de agua y cloacas que presta Aysa comenzó a sentirse a partir de la llegada de facturas con aumentos de hasta el 375 por ciento y algunos casos que incluso superan ese límite. La suba es más alta que la anunciada en un primer momento, pero pasó desapercibida ante el incremento del gas, el transporte público y la electricidad, que en conjunto aceleraron la inflación y deterioraron el salario. El Gobierno había comunicado que el incremento promedio sería del 216 por ciento, pero terminó siendo del 297. Las entidades de consumidores advierten que no hay suficiente difusión sobre el acceso a la tarifa social, que en teoría podría beneficiar a 700 mil usuarios pero por ahora sólo registra 30 mil inscriptos. Además, aseguran que por la forma en que se implementó, el aumento tiene mayor incidencia sobre los hogares de menores ingresos.
el incremento afecta proporcionalmente más a los usuarios de menor poder adquisitivo
En la Ciudad de Buenos Aires, en la calle Diego de Olavarrieta al 1400 la factura de agua bimestral pasó de 142 a 653 pesos, una suba del 360 por ciento; mientras que en Onesimo Leguizamón al 7000, de 80 a 335 pesos, el equivalente al 319 por ciento. En el barrio de Belgrano, en la calle Luis María Campos al 700, la boleta aumentó de 165 a 699 pesos, un 323 por ciento, y en Pilar al 700, de 79 a 335 pesos, un 324 por ciento. En Zapiola al 1200, en Colegiales, la boleta subió de 118 a 501 pesos, un 324 por ciento. En la calle Quintana al 2000, en Lomas del Mirador, el incremento fue de 61 a 289 pesos, un alza del 373 por ciento. Son algunos ejemplos de clientes residenciales que recibieron las facturas la semana pasada. También hay casos que superan largamente el ajuste máximo: un centro de jubilados de Liniers pasó de 145 a 1424 pesos (882 por ciento) y una vivienda en el barrio, de 134 a 824 pesos (515).
Desde Aysa explicaron a este diario que la facturación de la compañía va a aumentar un 297 por ciento. Por eso, en promedio las boletas se multiplican por cuatro. Sin embargo, varios de los ejemplos relevados por este diario muestran subas superiores. Incluso, si bien el incremento máximo que admitió la empresa es del 375 por ciento, domicilios con medidor que hayan elevado su consumo pueden mostrar subas que superan ese tope.
Una de las preguntas que más resuena entre los usuarios es cómo se mide el consumo de agua. Existen dos regímenes básicos de facturación, los domicilios medidos y los no medidos. Del total de 3,2 millones de boletas bimestrales que emite Aysa, hay 400 mil usuarios no residenciales (comercios e industrias y otro tipo de empresas) que están bajo el régimen de medidor. En tanto, de los 2,8 millones de usuarios residenciales apenas el 12 por ciento tiene medidor. Es decir que hay un total de 736 mil usuarios con medidor (entre residenciales y no residenciales) y 2.464.000 usuarios que no cuentan con medidor.
Bajo ambas modalidades la factura cuenta con un cargo fijo y otro variable. El cargo fijo se determina a través de una fórmula que incluye un coeficiente que mide zona del inmueble, metros cubiertos, calidad y antigüedad de la edificación y superficie del terreno. En el caso del consumo medido, la parte variable de la boleta se explica por el consumo registrado. En los no medidos, la fórmula que define el monto del cargo variable repite varios de los criterios del cargo fijo.
Aysa informó que el aumento básico de la tarifa es del 217 por ciento para los usuarios que habían renunciado a los subsidios. Los que tenían subsidios del 5 y del 25 por ciento perdieron totalmente ese beneficio y el aumento que sufren es del 233 y el 325 por ciento, respectivamente. Por último, los que tenían subsidios del 50 por ciento pasan a recibir un 25 por ciento y para ellos el aumento es el máximo, del 375 por ciento. El subsidio del 25 por ciento se mantiene por el lapso de un año. Los que recibían el 50 por ciento (y fueron afectados por la máxima suba) eran los hogares más vulnerables.
Pero además, Claudio Boada, director de la Unión de Usuarios y Consumidores, explicó que el incremento afecta proporcionalmente más a los usuarios de menor poder adquisitivo. “Uno de los factores que tiene en cuenta el cálculo del consumo es el factor E, que computa la calidad de la edificación y su antigüedad. Ese factor antes se modificaba entre 1 y 4, de modo que para igual cantidad de metros cuadrados había propiedades que pagaban una cuarta parte de lo que abonaban otras. Por ejemplo, una vivienda con techo de chapa pero igual superficie cubierta a otra estrenada el año pasado en excelente condición antes pagaba menos por su servicio. Ahora ese factor pasó a valer 1, con lo cual no considera ese tipo de diferencias para definir la tarifa”, explicó Boada.
“Otro factor es el de zonificación, que iba entre 1 y 3,50, de modo que una vivienda de La Matanza al fondo pagaba por el mismo metraje 3,5 veces menos que en Puerto Madero. Ahora ese factor se redujo a un valor entre 1,10 y 1,35. Creemos que puede tener lógica que el servicio aumente para que Aysa pueda invertir más y se incremente la cantidad de usuarios con agua y cloacas, pero los hogares de mayores ingresos deben pagar proporcionalmente más por el servicio”, agregó Boada.
Pedro Bussetti, de Deuco, advirtió que “la tarifa social permite reducir mucho la factura pero la gente no sabe que tiene ese derecho. Aplican un ajuste salvaje y no hacen la difusión correspondiente. La tarifa social la solventan los usuarios con su factura y si se ejecutara plenamente, unos 700 mil usuarios quedarían incluidos. Pero por ahora sólo hay 30 mil”. En la web www.eras.gov.ar se pueden encontrar las condiciones para acceder a la tarifa social. Con la quita de subsidios, Aysa cubre a partir de lo recaudado en las boletas el 100 por ciento de los gastos operativos, unos 13 mil millones de pesos. Quedan sin cubrir los costos de mantenimiento (2 mil millones) y las obras de expansión de la red.