Luego que la jueza con competencia electoral, María Servini, denunció graves problemas con las máquinas de boleta electrónica en la CIUDAD, la postulante amarilla a presidente, Patricia Bullrich protagonizó uno de los papelones más destacados de la jornada.
Minutos después de las doce y media del mediodía, se presentó en el centro de votación de La Rural. Primero votó los comicios generales con el método tradicional, el de papel. Dejó el sobre en la urna, sonrió para las cámaras y continuó a emitir el sufragio de los candidatos locales. La televisión siguió en vivo la votación de la precandidata a presidenta por Juntos por el Cambio. A las 12:27 se paró frente a la máquina e ingresó la boleta electrónica. Y ahí quedó. Se veía su rostro de incertidumbre y de incomodidad. Pidió la ayuda de colaboradores.
Le dieron una segunda boleta. Tampoco pudo. Una tercera. Fue inútil. Tuvieron que cambiar la máquina. Ya habían pasado más de diez minutos. Los canales de televisión lo transmitieron en directo. Bullrich tuvo tiempo hasta para sacarse una selfie con quienes la ayudaron a resolver los problemas.
Lo resolvieron. A las 12:42, tras quince minutos de demora, ingresó finalmente su voto electrónico en la urna.
“La votación presidencial fue absolutamente tranquila, como siempre. Y la votación en la ciudad de Buenos Aires, me falló la máquina, vinieron dos técnicos. Después de tratar de votar siete veces. Me pasó una cosa muy rara: yo votaba una lista y terminaba saliéndome otra lista distinta a la que yo no quería votar. Tampoco funcionaba la máquina. Tuve que esperar. Estaba por suerte el delegado electoral del juzgado federal. Los técnicos trataron de ayudarme a votar. Luego tuvieron que cambiar la máquina y tuve que volver a votar en otra máquina: la tuvieron que inaugurar nuevamente como mesa. Los sistemas electorales tienen que tener un nivel de maduración. Hay que probarlos, hay que trabajarlos durante un tiempo largo para ver si efectivamente funcionan. Mi experiencia personal fue mala. Si a muchísima gente le pasa lo que me pasó a mí, tendrían que esperar en una cola. Lo normal es votar tres minutos e irse”.
El suceso televisado sirvió de reflejo de lo que alertó la jueza electoral de la ciudad de Buenos Aires, María Servini. La magistrada señaló que en algunos colegios las máquinas llegaron recién ayer a la noche, que en otros no están o no funcionan.
“Resulta preocupante el grado de improvisación con el que se han manejado tanto la empresa contratada para la provisión e instalación de las máquinas de votación, como el propio Instituto de Gestión Electoral de la Ciudad de Buenos Aires, evidenciando una impericia nunca antes vista en la organización y ejecución de un proceso electoral”, criticó Servini.
En las redes, los comentarios de los votantes coinciden en el malestar: retrasos, desorden y desconocimiento con el uso de la máquina y la boleta electrónica en los comicios porteños. (Con información de Infobae)
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