Por Gabriel Eiriz
Esta semana estuvo marcada por las tomas que realizaron varios estudiantes en escuelas porteñas en reclamo a que se apruebe el proyecto de «Ley Integral del Derecho a la Alimentación Adecuada en las Instituciones Educativas», «viandas dignas» para los estudiantes, ya que «con hambre no se puede estudiar» y contra las prácticas laborales obligatorias y no remuneradas implementadas por el ministerio de Educación porteño para los alumnos de los últimos años del secundario.
Además, los estudiantes rechazan la decisión dispuesta por la cartera que dirige Soledad Acuña para que los docentes trabajen los sábados y exigen mejoras edilicias y mayor seguridad.
Todo este conflicto produjo una división entre las familias que apoyan a sus hijos e hijas en su legítimo reclamo y aquellos que no lo hacen, representados en los medios de comunicación por Paola Galgani, mamá de Constanza, alumna del Lengüitas.
Paola tuvo un raid mediático inusitado estos días. Pasó por todos los canales de televisión y radios antikirchneristas denunciando que a su hija «la maltrataron, la apretaron e insultaron por pensar distinto«, por no adherir a la toma de la escuela, un reclamo justo y necesario. Galgani incluso le brindó una nota exclusiva a Clarín.
Sin embargo, esta situación fue mutando, de una defensa a Constanza se convirtió en un discurso político de corte anit-K que desnudó un fuerte componente ideológico, que a todas luces, se muestra muy amarillo. «Cuesta descansar, todo esto es preocupante. Mi hija me contó que sus compañeros politizados la maltrataron y lo que es más triste y llamativo es la bajada de línea de varios docentes quienes no sólo alientan a la toma sino que permiten volver loco al que no esté de acuerdo». En todas las notas que ofreció Galgani refirió que detrás de los reclamos de los y las estudiantes, está la política.
En palabras de Constanza a Clarín, refirió que «el viernes pasado se votó por los pasos a seguir y el resultado fue 302 a favor de la toma, 195 en contra y 80 y algo votaron en blanco o se abstuvieron. Yo voté que por el no, pero soy una minoría en mi curso, donde el 80 por ciento de los alumnos es kirchnerista. Yo no me siento escuchada, ni representada. Algo parecido sucede con un compañero, Franco, que es anti-K, que no se calla nada, pero lo estigmatizan».
Consultada por Ernesto Tenembaum en Radio Con Vos, Paola detalló los tormentos que sufrió su hija: «insultos, decirle que a ella no le importa nada, encimándosele fisicamente, etc». Demás está decir que nada de esto se justifica. Sin embargo, estudiantes de ese colegio negaron que hayan existido este tipo de situaciones.
Paola reconoció que la medida de fuerza llevada adelante por los estudiantes se votó y que la mayoría -más de 300 contra casi 200- eligió realizar la toma, pero no conforme con el resultado dijo que se votó hacer «algo ilegal». Esto no es cierto, allá por 2017, la jueza Elena Liberatori mantuvo un fuerte cruce con el entonces ministro de Justicia, Germán Garavano, quien había dicho que las tomas de las escuelas secundarias, motivadas por los centros de estudiantes en rechazo a la reforma educativa, eran ilegales. “No sé a qué ley se está refiriendo el ministro, no lo aclara. Lo que hay que decir es que las tomas no están tipificadas en la Constitución Nacional, no existe ése tipo de delito”, aclaró la magistrada, quien oportunamente dictó la medida cautelar para suspender el instructivo que ordenaba a los directores de escuelas a denunciar las tomas ante la comisaría. Hoy la Policía de la Ciudad, se pasea por las casas de las familias de los alumnos que participan de esta medida para notificarlos de la denuncia realizada por el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Una intimidación a la vista de cualquier distraído o distraída.
Tras ser consultada sobre si su familia había evaluado un cambio de colegio, dijo que no «ella no quiere, ella ama su colegio». Cabe destacar que escuelas como el Lengüitas, el Nacional Buenos Aires, el Carlos Pellegrini o el Mariano Acosta, son instituciones conocidas por su activa politización. Mayoritariamente quienes asisten a esas escuelas saben perfectamente cuales son las características, y como en todo orden de la vida, uno -en la medida que puede- elige en dónde se mete. Las tomas en estas instituciones educativas no son una novedad, y hay que saber, de antemano, que son una posibilidad latente en todo momento.
Al cierre de la entrevista, Paola manifestó estar muy preocupada por su hija, «por lo que vivió y por lo que va a vivir»·, dijo. Remarcó que ella tiene que volver al colegio y con esto que yo hablé, ella habló -en los medios de comunicación- creo que estoy más asustada que antes», dijo.
Ante estas afirmaciones, Ernesto Tenembaum, ofreció una reflexión que ciertamente podría oficiar como lección de vida para Paola y para Constanza. «Yo fui papá de adolescentes en escuela secundaria y uno tiene su experiencia de vida. Está bueno la ejercitación de aprender a defender tus ideas. Tiene un costo, porque defender tus ideas tiene un costo. Hay alguien que se enoja, pero una vez que vos lo haces y te la bancas, sos una persona más fuerte. De repente hay un desafío para tu hija o para cualquier otro que piense una cosa o la otra. Defender tus ideas con respeto genera seguridad en vos mismo. Yo sé que es un proceso complicado, pero no está mal que sea así mientras no haya piñas, asesinatos o cosas graves. Uno aprende, es parte de la vida. No es tan grave«, sintetizó el periodista.
Así, desdramatizando un poco lo que se asemeja más a una voluntad de aparecer en los medios que una denuncia genuina o una oportunidad de bajar linea política (macrista) en medio de una escalada de odio y violencia que mostró ribetes impensados en estos tiempos que atraviesa la Argentina, como fue el intento de asesinato contra Cristina Kirchner. El mensaje de Tenembaum imprime un poco de sensatez y buen periodismo que se distancia bastante del resto de sus colegas, que abonaron a las teorías conspirativas de esta mamá, y que agregaron más nafta al fuego en un momento de donde es mejor parar la pelota y relajar los ánimos, antes que los enfrentamientos entre argentinos y argentinas escalen a niveles de los que, mas tarde, sea imposible resolver.