La economía circular se ha convertido en una herramienta clave para avanzar hacia un modelo más sostenible. Al promover la reutilización y optimización de recursos, reduce las emisiones de gases contaminantes y minimiza los residuos.

Un ejemplo destacado es Siderúrgica Huachipato en Chile, que ha implementado el uso de scrap de bolas para fabricar barras de acero, una práctica que disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de CircularTec, un centro dedicado a impulsar la circularidad en la industria nacional.

“Con este trabajo apoyamos a la industria para mostrar sus logros en economía circular y posicionarla como un referente en sustentabilidad”, comentó Andreé Henríquez, director ejecutivo de CircularTec.

América Latina apuesta por la descarbonización

Diversos países latinoamericanos han trazado planes ambiciosos para reducir sus emisiones y transformar sus sistemas energéticos.

Chile: fin del carbón y prácticas sostenibles

Chile tiene como meta eliminar la generación eléctrica a carbón para 2040, fomentando simultáneamente las energías renovables y la economía circular. Estas acciones no solo reducen emisiones, sino que también aumentan la competitividad de las industrias.

Colombia: metas a 2030 y 2050

Colombia se ha comprometido a reducir un 51% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. La petrolera Ecopetrol lidera esta transformación con acciones concretas, como la reducción del 55% de las emisiones de metano mediante tecnologías avanzadas de monitoreo satelital y cámaras infrarrojas.

“Reducir metano en esta magnitud equivale a evitar más de 1.200.000 toneladas de CO”, destacaron desde Ecopetrol.

Argentina: desafíos y oportunidades

Argentina enfrenta un doble desafío: avanzar en la transición energética y fomentar el consumo responsable. Empresas como Genneia, líderes en generación de energías renovables, destacan la urgencia de actuar:

“La crisis climática requiere atención inmediata. No obstante, sin un esfuerzo desde la demanda, el cambio será limitado”, advirtió Bernardo Andrews, CEO de Genneia.

Innovación tecnológica: clave para un futuro limpio

La tecnología juega un papel fundamental en la transición hacia un mundo descarbonizado.

Electrificación progresiva

La electrificación de procesos industriales, domésticos y de transporte es fundamental para reducir la dependencia de combustibles fósiles. Al combinar la electricidad con fuentes renovables, se garantiza una energía limpia y eficiente.

La digitalización de redes eléctricas también mejora la eficiencia energética, optimizando el consumo y asegurando la estabilidad del suministro.

Almacenamiento de energía

La variabilidad de las energías solar y eólica hace necesario potenciar los sistemas de almacenamiento para asegurar un suministro constante y alineado con la demanda.

Soluciones locales con impacto global

En América Latina, empresas como Cleanlight están liderando la implementación de tecnologías solares escalables. La empresa ha desarrollado soluciones innovadoras, como torres de iluminación solar y generadores solares, alcanzando una potencia instalada superior a 3,5 MW.

“Hemos desplegado más de mil equipos móviles, ayudando a reducir significativamente las emisiones de carbono”, señaló Jordan Butler, CEO de Cleanlight.

El gas natural como solución temporal

Aunque la meta es eliminar las fuentes fósiles, el gas natural se posiciona como una alternativa menos contaminante durante la transición. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), las centrales de gas son hasta un 50% más eficientes en términos de emisiones comparadas con las de carbón.

El camino hacia un futuro sostenible depende de la implementación de energías limpias, la electrificación de los sectores productivos y la promoción de modelos circulares en la economía.

América Latina avanza con políticas ambiciosas y soluciones innovadoras, mostrando cómo la combinación de tecnología, cooperación y compromiso puede conducir a un planeta más limpio y resiliente. La descarbonización no es solo un desafío, sino también una oportunidad para transformar la economía y mejorar la calidad de vida globalmente.

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