Todos los países que acogen los Juegos Olímpicos se dan cuenta de que no sólo es un acontecimiento agradable, sino también muy caro. Mientras que hace cincuenta años el coste de organizar los Juegos Olímpicos de Invierno era inferior a 50 millones de dólares, hoy en día alcanza cifras récord. Por ejemplo, sólo en la organización de los Juegos de Pekín se gastaron casi 4.000 millones de dólares.

Los Juegos Olímpicos ayudan incluso al juego y a sus aficionados. Mejores Casinos, por ejemplo, ofrece un gran número de bonos sin depósito durante el periodo de competición. Esto permite a los jugadores competir por grandes ganancias de forma gratuita y sin ningún impedimento.

El efecto de organizar una competición

Los grandes acontecimientos deportivos, como los Juegos Olímpicos de Invierno y de Verano, los Campeonatos de Europa y la Copa Mundial de la FIFA, contribuyen a aumentar la demanda en regiones y países donde es necesario construir instalaciones deportivas, desarrollar infraestructuras y modernizar aeropuertos y transportes públicos. Estos gastos contribuyen al crecimiento económico a escala nacional. Sin embargo, su efecto inmediato suele ser a corto plazo, ya que los propios acontecimientos sólo duran un mes.

No obstante, también hay efectos a largo plazo. Los Juegos Olímpicos crean cierta imagen del país anfitrión, mejorando su reputación y convirtiéndolo en un lugar atractivo en el mapa mundial. Esto fomenta el aumento de los flujos comerciales y las inversiones a largo plazo. Además, muchas de las instalaciones construidas, como carreteras, hoteles e infraestructuras turísticas, siguen funcionando durante décadas después de los Juegos. Así pues, estos festivales deportivos a gran escala contribuyen sin duda al desarrollo de la ciudad o el país anfitriones.

Primeros Juegos Olímpicos de Invierno en Chamonix

Los primeros Juegos Olímpicos de Invierno difícilmente pueden considerarse unas Olimpiadas propiamente dichas. En vísperas de los Juegos de 1924 en París (Francia), se decidió organizar algo parecido a un torneo de demostración. El acontecimiento se denominó Semana Internacional de los Deportes de Invierno, en honor de los octavos Juegos Olímpicos. Atletas de 16 países compitieron por 16 premios en nueve disciplinas, entre ellas el curling y la competición de patrullas, que se ha convertido en el prototipo del biatlón moderno. El torneo despertó un gran interés y ya en mayo de 1925, en una sesión del Comité Olímpico Internacional, se tomó la decisión de celebrar con regularidad unos Juegos Olímpicos de Invierno. Como resultado, Chamonix fue reconocida retroactivamente como los primeros Juegos Olímpicos de Invierno de la historia.

Sin embargo, lo único que quedó de este acontecimiento fue la pista de hielo donde se celebraron las competiciones. Esta estructura es una pista de hielo ovalada rodeada de antiguos faroles. Si no fuera por su importancia histórica, hace tiempo que se habría construido algo nuevo en este lugar.

Hoy en día, el esquí es la principal especialidad de Chamonix. Casi todas las tiendas locales ofrecen trajes de esquí deportivos y cremas solares. La exposición del museo de la montaña también está dedicada principalmente al esquí. En verano, Chamonix atrae a turistas que desean pasear por los senderos de montaña y disfrutar del aire puro.

Juegos Olímpicos de Turín 2006

Antes de 2006, Turín atraía a menos de un millón de turistas al año. Sin embargo, después de los Juegos Olímpicos, esta cifra aumentó drásticamente hasta cerca de 6 millones. Como resultado, Turín se convirtió en una de las ciudades más visitadas de Italia, ocupando el cuarto lugar después de Roma, Venecia y Florencia. En 2006, sólo el 40% de los turistas de las estaciones de esquí eran extranjeros; hoy, esta cifra ronda el 85%.

Los Juegos Olímpicos de Turín 2006 fueron un acontecimiento pionero e innovador. Fueron los primeros Juegos de Invierno de Europa que siguieron un modelo paralelo de celebración de competiciones tanto en la ciudad como en las regiones montañosas. Los deportes de hielo se celebraron en el centro de la capital y los de nieve en las regiones montañosas. Esta unidad del área olímpica hizo más atractiva la región para los turistas.

Tras los Juegos Olímpicos, se creó una fundación para gestionar varias de las instalaciones utilizadas durante la competición. Estas instalaciones están ahora abiertas al público y funcionan como centros deportivos y de ocio. Por ejemplo, el Pala Alpitour, que albergó partidos de hockey en 2006, se ha convertido en uno de los principales lugares de música y entretenimiento de Italia, con actuaciones de muchos artistas famosos. En 2022, el estadio se convirtió en la sede del 66º Festival de Eurovisión.

Los niños y jóvenes de la región fueron los más beneficiados por los Juegos de Turín. Como parte de las 25 iniciativas educativas del Anillo Olímpico, más de 600.000 escolares pudieron participar en proyectos antes y después de los Juegos. Este programa incluía diversos proyectos, cada uno vinculado a los cinco anillos. Por ejemplo, un proyecto dedicado al anillo rojo del deporte y la cultura deportiva permitió a 6.000 escolares del Piamonte visitar el Museo Olímpico de Lausana entre 2002 y 2006. Mientras que Turín era vista antaño como una ciudad industrial y poco distinguida, ahora se ha convertido en uno de los centros turísticos de Italia.

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