Queda claro que Javier Milei no sólo no lee lo que firma, según su explicación del auto aumento salarial: tampoco sabe bien qué ejecuta y qué no desde su Gobierno. Algo de eso quedó claro tras la entrevista que le concedió a Chiche Gelblung. Allí afirmó que están vigentes los anunciados «vouchers educativos» para subsidiar a las familias que mandan a sus hijos e hijas a escuelas privadas. Algo que, como sabe cualquier familia que está en esa situación, y como confirmó el ministerio de Capital Humano -del cual hoy depende la Secretaría de Educación- fue anunciado tras los aumentos libres y desmedidos de las escuelas de gestión privada, pero nunca entró efectivamente en vigencia. El Presidente, sin embargo, asegura que tal beneficio hoy existe, y hasta tiene una anécdota personal para ilustrar su implementación.
«Hicimos un programa para darle financiamiento a los chicos que estudian en el sector privado, (a los) que los padres no les pueden pagar la cuota (del colegio)», afirmó el mandatario desde un sillón de Casa Rosada. «Pero eso nunca llegó», le replicó, informado, el periodista. «Sí, está todo funcionando«, aseguró, impertérrito, Milei. «Yo el otro día estaba, digamos, cenando con un amigo y básicamente su empleada doméstica…», dijo dando a entender que ésta era beneficiaria del plan. «¿Qué, ya le avisaron a los padres que si no podés pagar la cuota, te ayudan?», quiso saber Gelblung. «Sí, lo tiene que coordinar con el colegio. Y la ayuda se hace desde Anses«, amplió su imaginación Milei.
Los «voucher» de Milei
El concepto de «voucher» asociado a la educación fue uno de los ganchos de campaña de Javier Milei: la idea de «subsidio a la demanda» prendió en un sector de la población como una posibilidad de «libre elección», también en materia educativa. Fue acompañada de constantes descalificaciones al sistema público educativo a las que Milei sigue recurriendo ya como presidente, como cuando en la reciente inauguración del ciclo lectivo en el colegio confesional Cardenal Copello se refirió a la educación pública como «un mecanismo de lavado de cerebros«.
Según la teoría económica que profesa el Presidente, reciclada de una antigua idea del monetarista Milton Friedman, el sistema de voucher implica un subsidio a la demanda, donde las escuelas compiten para captar la mayor cantidad de estudiantes, y fondos públicos. Esta idea de «competencia educativa» elevaría la calidad del servicio educativo. Pero el anuncio nunca implementado tuvo que ver, más bien, con un parche de corte asistencialista ante los desmedidos aumentos del sector, imposibles de afrontar para la clase media. (Página12)