El presidente de la nación, Alberto Fernández, depositario de la confianza y caudal electoral de Cristina Kirchner, que lo llevaron a la primera magistratura, ahora cuestiona el dedo que lo consagró presidente. Desafió los primeros lineamientos que se conocieron la lidereza del espacio que lo catapultó a la Casa Rosada y cuestiona la integridad ética de su vicepresidenta.

El desplante del primer mandatario llegó luego que CFK ofreciera una entrevista a C5N, donde ratificó que no será candidata en los próximos comicios y apeló a la “buena comprensión de texto” de su electorado para insistir que eso es lo que había dicho en los discursos y mensajes publicados hace días y, sugirió posibles candidatos y delineó qué es lo que debiera hacer el Frente de Todos para entrar al ballotage, frente a una elección «de tercios» que vaticinó como “totalmente atípica”.

En concreto, quién fuera dos veces presidenta de la nación explicó que la próxima elección será “de tercios”. Es decir que en lugar de haber dos fuerzas polarizando, el electorado estará dividido en tres opciones fuertes: el Frente de Todos, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, del extremista de derecha Javier Milei surgido “por la frustración” del electorado en los últimos tres años.

En este escenario, analizó la vicepresidenta, “lo importante, más que el techo, va a ser el piso” de votos que pueda conseguir cada fuerza política. “Entonces –concluyó-, lo importante va a ser entrar al ballotage”.

Alberto Fernández, luego de este análisis de Cristina, discrepó y sostuvo que no logra entender qué significa “garantizar el tercio”. «Es obvio que hay que trabajar para fidelizar el voto propio, el secreto es ir más allá de los fieles para poder garantizar un éxito. ¿De qué me sirve garantizar mi piso, mi tercio, y entrar en la segunda vuelta, si en esa instancia no sumo votos? A mi juicio, aspiracionalmente, dando por cierto que un tercio de los votantes nos acompaña, lo que necesitamos es ir en busca de una mayor acumulación de adhesiones. El secreto es romper los tercios. En ese sentido, las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (previstas para el 13 de agosto), en la medida que permitan una amplia participación, van a generar una gran movilización militante y van a promover una mayor adhesión. Sin esa movilización, a lo sumo cristalizaremos el tercio que tenemos según el análisis que se hace. Con eso, difícilmente se gane», analizó en una entrevista con Diario.AR.

Según evaluó, «al espacio hay que democratizarlo de una vez y para siempre. Tuvo estos años dos figuras muy centrales, como fueron Néstor y Cristina. El peronismo tiene cierta vocación a aceptar esa lógica porque nació de un caudillo enorme que fue Juan Perón, pero hubo un solo Perón en la historia, no nace uno por década. Cuando Perón dijo que la organización vence el tiempo, lo que nos dijo es “yo me voy a morir, organícense para que esto perdure”. Para eso, la única forma de organizar un partido político es la democracia interna. No sé quién está en contra de la democratización del espacio, quiero creer que nadie. ¿Cómo se democratiza un espacio? Dejando que la gente vote«.

En defensa de las PASO, que a rajatabla lleva como caballito de batalla el presidente, sin considerar que en esta elección atípica pudiera ser desfavorable al oficialismo, dijo: «Yo creo que es hora de que el espacio se democratice. Democratizar quiere decir que las estructuras no gobiernen y lo haga la decisión de la gente que nos sigue. Como consecuencia de esa democratización, puede haber tantos candidatos como voluntades de ser candidato existan. No creo que eso sea incompatible con la posibilidad de que nuestros candidatos acuerden puntos de coincidencia mínimos a modo de programa de gobierno. Lo más importante en nuestro espacio es preservar la unidad y eso se logra dejando hablar al pueblo«.

Hay quienes sostienen que una PASO en la que compitan todos, como propone el Presidente Fernández, podría dejar al peronismo en lo individual por debajo de Milei, Larreta y Bullrich. Es decir en un lejano cuarto lugar. Esto podría tener efectos efectos devastadores en la general, ya que el riesgo sería quedar fuera de la segunda vuelta, dejando ese lugar a dos candidatos de derecha.

Luego, Fernández consultado sobre la relación entre la vicepresidenta y un sector empresario, que la justicia cuestiona y la derecha señala como corrupción, Fernández ensayó una defensa que se quedó a mitad de camino. «Cristina no es corrupta, yo la conozco. Eso lo puedo afirmar sin dudar. No lo es. Alguna gente puede decir que fue una imprudencia ética muy grave haber firmado acuerdos con alguien a quien conocían de antes, devenido en empresario vinculado a la obra pública (se refiere a Lázaro Báez). Pero los descuidos éticos graves que algunos puedan señalar no siempre son delitos, por eso me parece que hay que hacer la diferencia. Finalmente, no hay una ética única. En los tiempos que vivimos, con el posmodernismo, toda la ética y los valores se han vuelto relativos, no hay un valor unívoco. No voy a juzgar la ética de nadie. Vos podés juzgar, desde tu mirada, que éticamente eso es cuestionable y tal vez alguna razón te quepa, pero de ahí a decir que eso es un delito, de ahí a decir que Cristina es corrupta, hay una distancia enorme».

Cualquiera en el lugar de la vicepresidenta, si es que amo es una osadía intentar ponerse en sus zapatos, diría.. Dejá Alberto, no te gastes… no me defiendas más. Sin vos estoy mucho mejor.

Gabriel Eiriz, director de Portal de Noticias

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