En un nuevo capítulo de la embestida del gran diario argentino contra el gobierno anterior, difundieron una escucha ilegal donde se sobrentiende que el empresario austral es un testaferro de Néstor Kirchner. Lo cierto es que el audio nunca debió ver la luz ya que fue obtenido de modo irregular, en una causa que nada tiene que ver con Báez. Sin embargo, llegó a manos de Nicolás Wiñazki, conocido operador del macrismo que dedica sus horas a denostar al kirchnerismo.
La escucha fue ordenada por el juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena que investigaba al narcotraficante Mario Segovia conocido como el “Rey de la Efederina”. Por tanto, el registro es legal pero al no ser objeto de la investigación debió ser destruída.
El empresario Báez, que se encuentra detenido por distintas causas de presunta corrupción, se refirió al origen de sus bienes y sostuvo: «Yo, todo lo que tuve es de una sola persona que está arriba. Y me lo dio para que lo administre y no lo supe administrar quizás en la forma adecuada que él quiso que lo administrara», indicó el empresario, en una comunicación telefónica con una mujer a la que profesó amor en esa misma comunicación.
«Y cometí errores, y quizás por eso estoy donde estoy…para tener un acto de reflexión. Y veremos si él me da una oportunidad distinta para no cometer los mismos errores», manifestó Báez.
¿Cabe preguntarse quien es ÉL, que supone podría darle otra oportunidad. Será el fallecido Nñestor Kirchner o alguna deidad? ¿Cómo podría ser el expresidente si muerto no puede ofrecerle chances de redención a Báez?
Unos segundos antes de pronunciar esa frase, Báez también hace mención al ex funcionario K Juan Manuel Campillo, investigado en la causa de los Cuadernos y aceptado como arrepentido. «Hay que mirarlo mucho a Campillo, ese sí que es muy oscuro», dice Báez.
Las transcripciones de esos diálogos ya habían sido reveladas hace una semana pero se desconocía si la escucha realmente existía. Además, fue difundida como una conversación entre el empresario y su abogada Elizabeth Gazaro, lo que revestiría, al menos para la opinión pública, una suerte de «confesión».
Además, Lázaro Báez afirmó que su enjuiciamiento está ligado a motivos «políticos». «Lo mío pasa más por un hecho político que por algo jurídico. Los (jueces) que estuvieron a cargo de la instrucción utilizaron toda la excusa de la cuestión jurídica para hacer sus carreras en relación a lo que nosotros representamos dentro de la necesidad política», apuntó.
Esta práctica periodística de difundir escuchas privadas reviste una gravedad superlativa. Hoy son Lázaro Báez, Roberto Baratta, Cristina Kirchner, Oscar Parrilli o Eduardo Valdés. Mañana puede ser cualquier otro, incluso usted, que está leyendo este artículo.