Es una realidad: las familias brasileñas están comprando menos lavarropas, menos heladeras, menos autos y menos tecnología. También están sacando menos créditos personales y aquellos que perdieron el empleo tienen más problemas para conseguir trabajo.
Tras más de cinco años con su economía estancada, Brasil se prepara para cerrar este 2016 con una nueva caída en su nivel de actividad. La baja esperada es del 2,6%, pero las consultoras aclaran que hay terreno como para que el desplome sea aun más pronunciado.
“Brasil ya nos está exportando su crisis»
Como consecuencia de esta coyuntura, un informe del Centro de Estudios de la UIA advierte que “el desempleo nuevamente está creciendo en el país vecino»: se estima que este año un 10% de la población económicamente activa quedará marginada del mercado laboral, el peor registro desde 2006.
En medio de este difícil contexto, la propensión al consumo por parte de las familias brasileñas –un índice elaborado por la Confederación Nacional de Comercio de ese país- se desplomó casi 30 puntos en abril respecto del mismo mes de 2015, alcanzando así el nivel más bajo en seis años.
Cada vez que un ciudadano en Brasil decide posponer la compra de un electrodoméstico, de un par de zapatos o de un auto, la industria argentina debe prepararse para sufrir un impacto mayor.
Sucede que el mayor socio comercial no sólo es el principal destino de las manufacturas exportadas por empresas locales.
Otro problema grave que encarna esta crisis que se profundiza en tierras de Dilma Rousseff es que se está incrementando el stock de mercadería sin vender. Y la Argentina es la “góndola” más cercana que tienen las compañías brasileñas para redireccionar su exceso de inventario.
“Brasil ya nos está exportando su crisis. Como se le desplomó el consumo y no tiene dónde colocar sus productos, está empezando a enviarlos hacia nuestro mercado interno. Estamos viendo con temor que arrancó una enorme liquidación de stocks y esto está perjudicando fuertemente a la industria argentina”, advirtió Raúl Zylbersztein, secretario general de la CGERA.
El directivo marcó dos puntos clave: por un lado, la enorme necesidad que tienen las fábricas del país vecino de desprenderse de inventario, está generando que en muchos rubros, como autopartes, textil o línea blanca, los productos con sello brasileño lleguen al mercado argentino a precios cada vez más bajos.
En segundo término, esta mayor presión por colocar sus stocks coincide con la flexibilización de las importaciones que dispuso la administración macrista.
“Las empresas brasileñas ahora pueden ingresar mercadería con mayor facilidad y hay una logística preparada para que, prácticamente de un día para el otro, puedan tener su carga entrando por la frontera argentina”, alertó Zylbersztein.
Las luces de alerta ya están encendidas. Según datos del Ministerio de Desarrollo del país vecino, en los primeros cuatro meses del año el déficit comercial –saldo entre exportaciones e importaciones- alcanzó los casi u$s1.400 millones, cifra que más que triplicó el rojoacumulado durante el mismo período de 2015.
Autos y componentes, en la mira
En diálogo con la prensa, Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial Argentina, advirtió que hay ramas de actividad en Brasil que «para cubrir costos fijos y con una escala tan grande, necesariamente tengan que colocar sus productos en la Argentina».
La consecuencia siguiente de este cuadro, advirtió, “es que nos exporten a precios que se ubican muy por debajo de los que manejan las empresas locales”.
Esto, de hecho, es lo que está sucediendo con la industria autopartista nacional, que comenzó a perder contratos con automotrices que están decidiendo importar piezasdirectamente desde Brasil o de China.
Fuentes de AFAC, la principal cámara de fabricantes de componentes del país, advirtieron a este medio que “estamos perdiendo la pulseada con Brasil. Tienen una escala enorme, disponen de mucha capacidad ociosa y, con tal de cubrir una parte de los costos fijos, están cotizándoles a las terminales a precios alarmantemente bajos frente a los cuales los proveedores nacionales no podemos competir”.
Desde la entidad brindaron dos datos que sirven para ilustrar el delicado momento que atraviesa esta rama de actividad: el último mes, a unas 15 fábricas argentinas que abastecen a automotrices instaladas en el país se les cayeron contratos o están a punto de perder el negocio.
El “precio de saldo” al que están ingresando los componentes “Made in Brasil” llega a tal punto que –aseguraron desde AFAC a este medio- “las terminales están dando una suerte de ultimátum a sus proveedores autopartistas argentinos para que bajen sus cotizacioneshasta un 40%.
«Esto es inviable, porque significaría tener que venderles a un valor más bajo que el del año pasado, en un período de alta inflación”, señalaron.
En 2015, la Argentina sufrió un «mal trago» con el país vecino, que generó un déficit bilateral, sólo por comercio de componentes para la fabricación de autos, de u$s1.900 millones.
Este “agujero” es de tal magnitud que equivale a la exportación de 5 millones de toneladas de soja, al valor actual.
Componentes eléctricos, carrocerías, llantas, neumáticos, motores y equipamientointerior son los productos que más contribuyeron a la consolidación de este déficit.
Desde el Sindicado de Mecánicos (Smata), que conduce Ricargo Pignanelli, también vienen advirtiendo por una avalancha de importaciones desde el país vecino.
«Se aplican promociones de hasta un 40% en la venta de unidades brasileñas, mientras que el precio de las nacionales aumenta. Por eso hoy el negocio es la importación y no la producción. Y esto puede dejar sin sustento a miles de personas», alertó el líder gremial.
En el primer trimestre del año, ingresaron al país vehículos por u$s931 millones. De ese total, el 83% provino de Brasil.
El dato clave es que las importaciones en cantidades aumentaron a un explosivo ritmo del50%.
Sin embargo, los valores de las unidades muestran una baja de 6%. Esto, en un contexto en el que teóricamente el precio promedio de los 0Km que llegan desde el exterior debería subir, dado que las marcas premium –ya desarmado el cepo- comenzaron a volver a ingresar autos de alta gama.
Hay más: si bien los concesionarios nucleados en ACARA dejaron de informar el market share que tienen las unidades importadas, las estadísticas de las terminales nucleadas en ADEFA sí permiten analizar el origen de lo que luego se despacha a las agencias.
¿Cómo es el cuadro de situación actual?:
• En el primer cuatrimestre de este año, las terminales entregaron para la venta minorista 89.100 unidades fabricadas en el país.
• Esto implicó un alza del 14% respecto a igual período de 2015.
¿Qué sucedió con los 0Km traídos de afuera, principalmente desde Brasil?
• Entre enero y abril del año pasado, las automotrices habían distribuido entre sus redes de agencias 91.150 autos importados.
• En la actualidad, ese valor trepó hasta las 133.500 unidades. Es decir, un salto del 46%, una suba de más del triple que los nacionales.
Otro dato importante es que en el primer cuatrimestre, los patentamientos en el país crecieron casi 5%. En términos de cantidades, esto implicó que los argentinos compraron 10.350 unidades más que el año pasado.
Sin embargo, en ese mismo período, ingresaron al mercado local 42.350 autos importados por encima de 2015.
¿Qué significa esto? Que la suba de las ventas internas -que fue fundamental, porque marca un cambio de tendencia- no fue capitalizada por la producción nacional. Por el contrario: está siendo aprovechada por Brasil, que coloca aquí su exceso de stock.
Se dispara el ingreso de heladeras
En los primeros cuatro meses del año, las importaciones de heladeras se duplicaron: entre enero y abril de 2015 habían entrado 20.000 equipos, principalmente de alta gama.
En lo que va de 2016 ya ingresaron 40.000 equipos. Lo más preocupante es que ese volumen extra está explicado por unidades que compiten con las de fabricación nacional.
En este caso Brasil, junto con China, es el principal exportador hacia la Argentina.
Desde la cámara de línea blanca advirtieron que “están en riesgo miles de empleos y también una industria que cada año produce más de un millón de heladeras, destinadas exclusivamente a abastecer nuestro propio mercado interno”.
Esta suba de las importaciones se da en momentos en que las ventas de artículos de línea blanca caen cerca de un 15% en promedio en la Argentina.
“No sabemos si las fábricas de Brasil están recibiendo subsidios o si bajaron los precios por sí solas, pero hoy un equipo hecho en ese país puede estar entrando a un valor entre un 20% y un 40% más bajo que el nuestro. Así no hay posibilidades de competir”, advirtieron, para luego señalar que por este motivo acaban de pedir una reunión de urgencia con el Ministerio de Producción.
La liquidación de stock a precios de saldo está afectando hasta a las fábricas nacionales de tornillos.
Desde la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina (CAMIMA), conformada por 350 empresas, advirtieron que “están ingresando importaciones con bastante diferencia de precios. En promedio, el producto brasileño ya es20% más barato que el nacional”.
Una de las grandes amenazas es la gran diferencia de tamaño de ambas industrias: mientras que los fabricantes locales pueden producir a un ritmo de 2.000 toneladas de tornillos mensuales, Brasil tiene capacidad para generar diez veces más.
“Como tienen escala y problemas de exceso de stock, el riesgo es que sigan bajando los precios y directamente nos vendan al valor de la materia prima”, indicaron.
Ropa y calzados: principio de aluvión
En el caso de la industria del calzado, el predominio de las empresas nacionales es evidente: en 2015, de un mercado de consumo de 146 millones de pares, unos 125 millones se fabricaron en el país.
Ahora, en cambio, la industria está viviendo un momento preocupante. Horacio Moschetto, secretario de la Cámara del Calzado, advirtió que “las ventas minoristas están cayendo un 15% en volúmenes y las importaciones, en este primer cuatrimestre, están subiendo a un ritmo de entre el 20 y el 25%”.
Brasil, por el momento, está creciendo a un nivel del 10% interanual. Si bien con este nivel le alcanza para ganar market share, en un contexto de contracción de las ventas, las miradas están puestas a lo que suceda a partir del segundo semestre.
Como el país vecino se especializa más en la producción de modelos veraniegos, “el riesgo es que, cuando los comercios empiecen a hacer sus pedidos para abastecerse de cara a la próxima temporada, le compren a fábricas de ese país y se deje de lado a los fabricantes locales”.
“Es un riesgo concreto. Esperamos que las autoridades monitoreen estos flujos para evitar un daño a la industria nacional”, afirmó el directivo.
En el caso de las empresas de indumentaria, el temor está a la orden del día: según el consultor Mariano Kestelboim, en base a datos de Aduana, las importaciones de ropa se dispararon un 63% en abril, medidas en toneladas. En tanto que, en el cuatrimestre, la suba interanual es de casi 30%.
El país vecino, junto con China principalmente, son las dos grandes amenazas para esta industria.
“Brasil además, está incremento los envíos de insumos textiles”, que también se producen en el país, advirtió Kestelboim.
En los primeros cuatro meses hubo un crecimiento del 3% en volúmenes, pero los precios bajaron casi 15% en dólares, una contracción que está explicada por la necesidad de los proveedores del país vecino de sacarse stock de encima.
Conforme se profundice la crisis en la nación que comanda Rousseff, mayores serán son los riesgos para el entramado fabril nacional.
Frente a este cuadro, los industriales argentinos piden mayores controles para cuidar la mano de obra local.
Sin embargo, desde varias cámaras consultadas coincidieron en señalar que, al no tener una gran vocación intervencionista como la anterior gestión, el Gobierno les prometió ponerle un «cerrojo» a las importaciones.
Además, saben por boca del propio Macri que, para domar a la inflación, los funcionarios incluso ven con buenos ojos que haya un poco más de competencia del exterior.