Aquel 24 de marzo de 1976 las fuerzas militares tomaron el poder político para imponer un determinado orden social a través de las fuerzas represivas del aparato estatal, autoproclamándose como un “proceso de reorganización nacional”. Sin embargo, lo que subyacía detrás del disciplinamiento era la instauración de un modelo económico rentístico-financiero que socavaría las bases sociales y productivas durante los años venideros.
Hace 40 años la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia traía bajo el brazo el plan económico que sentaría las bases para el desarrollo del neoliberalismo en nuestro país en favor de los grupos concentrados locales y extranjeros. Hoy la derecha por primera vez en la historia argentina ha llegado al poder a través del voto popular. Lo que no ha cambiado es el recetario de medidas económicas que siguen siendo las mismas que las de aquella época.
el sobreendeudamiento como motor para el crecimiento y las inversiones: una práctica que se repite
En su discurso del 2 de abril de 1976, el ministro de Economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, anunció las principales líneas de su plan económico. Algunas de las medidas presentan una llamativa similitud con la política nacional actual que nos lleva a pensar que lo que está aconteciendo no tiene prácticamente nada de novedoso. Palabras como “sinceramiento”, “modernización” o “liberalización” son algunos de los latiguillos típicos que vuelven a ser utilizados para explicar las reformas económicas antipopulares que se están llevando a cabo con el nuevo gobierno.
En aquel momento el ministro dictatorial explicaba que “hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”, anticipando lo que sería el retiro del estado en la regulación de la economía y la subsiguiente apertura al capital extranjero especulativo. Hoy en día nuestro actual Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, nos dice que el tan ansiado crecimiento económico en 2016 vendrá de la mano de la “liberalización de las fuerzas productivas y creativas”. Un verdadero remake.
Lo mismo sucede en los hechos con el desmantelamiento de los controles de precios, la reducción de las retenciones a la exportación, la liberalización cambiaria y la apertura comercial. Medidas que se implementan ahora de la misma manera como hace 40 años. También significó la apertura de la cuenta de capital con la “Ley de Entidades Financieras” del año 77 que se articuló perfectamente con los pedidos de crédito a los organismos internacionales, con el FMI a la cabeza. Un paralelismo puede trazarse con el apuro actual que se tiene para cerrar un acuerdo con los Fondos Buitres (que deja la puerta abierta para volver al sobreendeudamiento) y como esto es presentado como la única posibilidad para que entren inversiones y de esta manera volver al crecimiento.
Lo que el modelo económico de la dictadura produjo fue un endeudamiento explosivo que permitió rentas financieras de corto plazo pero que desalentaban la inversión productiva y el empleo. Dicho endeudamiento se convirtió en el principal mecanismo de subordinación y dependencia de la política económica nacional a intereses extranjeros teniendo a las recetas impuestas por el FMI durante los 90 como su principal exponente. Estos son los principales riesgos de la actual política económica en caso de volver a condiciones similares.
Sin embargo, naturalmente pueden notarse algunas diferencias. Con la dictadura, el aumento de los precios sumado a los congelamientos a los salarios permitió un durísimo golpe al poder adquisitivo de los trabajadores que sufrió caídas de más del 30% tan sólo en el primer año. Algo similar ha sucedido en estos primeros meses del gobierno, no obstante, con la diferencia de que el sistema gremial actualmente puede pujar en paritarias por un mayor salario nominal (no como en aquel entonces), cuestión que permite cierta recomposición salarial.
Al finalizar la dictadura cívico-militar la deuda externa se había multiplicado varias veces y los índices de pobreza se habían disparado como nunca antes. Es decir, que este 24 de marzo estaremos rememorando no sólo a las víctimas del terrorismo de estado sino también lo que subyacía detrás: Un brutal plan económico de ajuste contra las mayorías populares con sobreendeudamiento. ¿La historia volverá a repetirse?