Ante la cercanía del 22 de noviembre donde el conjunto de los argentinos volverá a las urnas para optar por uno de los dos modelos de país que están en pugna, las gremiales empresarias que representan a las pequeñas y medianas empresas salieron a manifestar su preocupación ante la posibilidad que en Argentina se vuelvan a implementar recetas neoliberales que impactan negativamente en el sector que concentra la mayor cantidad de trabajadores en el país -75 por ciento de la masa trabajadora se desempeña en empresas de estas características- y que produce bienes y servicios que se sostienen del consumo y el mercado interno.
Está en juego nuestro futuro y el de la próxima generación de argentinos.
Desde la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) expresaron que «hoy los argentinos nos encontramos en una instancia clave ante el balotaje del próximo 22 de noviembre, cuando deberemos decidir entre candidatos que representan dos diferentes proyectos de país».
Esta afirmación no expresa un prejuicio ideológico sino un diagnóstico sobre la realidad social, política y económica en que estamos inmersos los argentinos.
Según comunicaron desde esta entidad, «es preciso pronunciarnos por un proyecto que garantice las condiciones y la interlocución indispensable con todos los actores productivos para consolidar un decidido avance hacia el desarrollo nacional con industrialización, inclusión social y soberanía».
Para aspirar a esos objetivos es imprescindible preservar los logros de los últimos 12 años en materia de reindustrialización, apoyo a las Pymes, redistribución del ingreso, fomento del mercado interno, desendeudamiento, límites a las grandes corporaciones, recuperación de resortes estratégicos como la ANSES, el BCRA, YPF, Aerolíneas, Aguas Argentinas, los ferrocarriles, el complejo científico – tecnológico, entre otros, junto con una decidida apuesta a la integración regional, el NO al ALCA y el vínculo con las economías emergentes.
Sobre esta base debe afirmarse el proyecto que expresa el compromiso de avanzar hacia objetivos de consolidación de un perfil productivo nacional con fuerte participación de las Pymes, el empresariado nacional, los trabajadores y la economía social.
A este proyecto se contrapone otro de signo neoliberal y conservador, que a pesar de sus expresiones difusas durante la contienda electoral, no deja dudas sobre sus características principales: Estado subordinado a los poderes corporativos locales y globales, desregulación y apertura de los mercados y predominio del complejo agroexportador.
Con sus apelaciones al “clima de negocios”, las “reglas de juego claras” el “shock de confianza” para los inversores (latiguillo del nefasto Álvaro Alsogaray), la expresión electoral de ese espacio no está meramente condicionada por el llamado “círculo rojo”: es, en sí misma, la herramienta del proyecto de gobierno de las grandes corporaciones y los capitales financieros.
Esos sectores quieren un país para pocos, como el que comenzó a imponerse a sangre y fuego en el 76, tuvo su auge en los 90 y nos llevó a la crisis en 2001. Los proyectos de la derecha conservadora jamás encarnaron ideas democráticas en nuestro país, y mayormente pudieron instrumentarse por medio de golpes de Estado y defraudación al voto popular.
No es casual que el Foro de Convergencia Empresaria, la cúpula de la UIA, AEA y otras entidades se pronuncien contra la creación de una Comisión Bicameral que investigue la complicidad civil con la dictadura. Muchos de los CEOS que hoy hablan de republicanismo y transparencia están bajo sospecha de haber sido cómplices y beneficiarios de la dictadura.
La industria local y las Pymes jamás fueron prioridad de los gobiernos neoliberales
En la crucial situación histórica que estamos viviendo, creemos que está en juego la posibilidad misma de debatir los lineamientos de un proyecto nacional de desarrollo con diversificación de la estructura productiva, sustitución selectiva de importaciones e innovación tecnológica, que permita una mejor articulación del tejido productivo urbano y rural y una creciente incorporación de trabajo en condiciones justas y dignas.
El papel de las Pymes es central en este proceso, y para fortalecerlo tenemos propuestas concretas para mejorar los criterios de segmentación de políticas de apoyo a las Pymes y el fortalecimiento de las cadenas productivas. También proponemos abordar reformas de fondo del sistema impositivo y de la normativa financiera, de inversiones extranjeras y de regulación de grandes superficies comerciales, entre otros puntos.
Somos conscientes de que sólo podremos debatir estas cuestiones vitales para la subsistencia y el crecimiento de nuestro sector, que representa el 90 % de las empresas existentes, en el marco de un proyecto que rechace enérgicamente la imposición de la vieja receta de ajustar el gasto y tomar deuda en dólares para sostener megadevaluaciones que sólo benefician a unos pocos sectores cómplices de la fuga de divisas (los grandes exportadores, la banca especulativa y las finanzas).
En este sentido nos pronunciamos y nos continuaremos expresando en distintos ámbitos, junto con el resto del empresariado nacional, los trabajadores, el cooperativismo, la economía social, estudiantes y profesionales, por el apoyo a un genuino proyecto de desarrollo que nos permita aspirar a mayores logros de democratización económica, justicia social y ampliación de derechos para el conjunto de la población.
Convocamos a la confluencia de todos aquellos actores sociales, productivos y políticos que están convencidos de que es preciso privilegiar el interés de la patria y la región por sobre el de las grandes corporaciones y los especuladores globales, para que la Argentina sea cada vez un país cada vez más justo, equitativo, orgulloso de su identidad y digno de ser vivido por todos sus habitantes.
Por estos motivos desde APYME damos nuestro apoyo a la fórmula Scioli – Zannini, que con toda claridad propone continuar y ahondar el camino de la industrialización, la soberanía y la inclusión social.