Juan Latrichano, analista económico de la CGE

Por Juan Latrichano, economista de la CGE

En general existe un criterio compartido acerca de que una buena tasa de inversión hace posible un crecimiento de la actividad económica. Se parte de la idea de que la misma debe superar el 20 % del PBI. Cuanto más exceda esa marca mayor será el incremento del PBI. En consecuencia cabe formularse la siguiente pregunta:

¿De qué depende que la inversión sea elevada?

Al respecto existen principalmente dos teorías alternativas a saber:

a) La que sostiene que depende de la inversión extranjera.
b) La que sostiene que depende del ahorro interno complementado por una expansión del consumo. Todo esto se complementa que la búsqueda de una balanza comercial superavitaria para así poder obtener fondos para atender los vencimientos de la deuda externa.

La primera parte de la idea que los fondos externos ayudan a la formación de capital. Al mismo tiempo observan que el ingreso de los mismos mejora la caja en moneda extranjera. Este pensamiento pierde de vista el impacto futuro que puede producir una inversión que no mejore exportaciones o que sustituya importaciones. En este caso las utilidades que deban girarse al exterior empeoraran el desempeño del balance de pagos.

También debemos pensar que el crecimiento provocado por la inversión extranjera producirá un aumento de la importaciones (estas habitualmente suben cuando crece el PBI). En consecuencia es probable que la balanza comercial sea deficitaria. Esto es lo que ocurrió en la década del noventa.

La segunda teoría parte del modelo de la doble brecha. El mismo sostiene que:

Ahorro menos Inversión = Exportaciones menos importaciones.

Indudablemente si se desea obtener superávit de la balanza comercial (Exportaciones mayores que importaciones) el ahorro deberá ser mayor que la inversión en una proporción similar.

¿Cómo se logra un ahorro interno acorde a esa necesidad?

Premiando a los que ahorran en pesos con buenas tasas de interés y /o con superávit fiscal.

Todo esto debe ser complementado con un programa que expanda el consumo de tal modo que haga que los empresarios tengan expectativas positivas. Con ello la tasa de retorno (tasa de beneficio esperada) será mayor y alentará la formación de inversiones.

¿Existe experiencia contemporánea con relación a estas dos teorías alternativas?

Sí. En el primer caso tenemos la década del noventa donde la inversión fue alta pero financiada mediante déficits crónicos de la balanza comercial. Esto halló su límite cuando la financiación externa se interrumpió.

En el segundo caso tenemos la política llevada a cabo desde el año 2003 hasta el año 2010. Tuvimos buenas tasas de inversión financiadas con ahorro interno.

Indudablemente el secreto es recuperar este último sendero.

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