Fieles mexicanos participan en Misa en frontera con Estados Unidos, en el estado de Arizona. Foto: Flickr Flickr Boston Catholic

En su encuentro con los más de 400 obispos de Estados Unidos, realizado al mediodía en la Catedral de San Mateo, en Washington D.C. (Estados Unidos), el Papa Francisco se refirió a la situación de los inmigrantes en el país y pidió acogerlos sin miedo porque “estoy seguro de que, una vez más, esta gente enriquecerá a su País y a suIglesia”.

En su discurso el Papa manifestó que sigue con con atención el esfuerzo que realiza la Iglesia para acoger e integrar a los inmigrantes que llegan a Estados Unidos “con la mirada de los peregrinos que se embarcan en busca de sus prometedores recursos de libertad y prosperidad”.

El Pontífice recordó que él mismo viene de una familia de inmigrantes y destacó que la Iglesia en Estados Unidos conoce como nadie las esperanzas que se encuentran en el corazón de cada uno de ellos. El Santo Padre dijo que “ustedes siempre han aprendido su idioma, apoyado su causa, integrado sus aportaciones, defendido sus derechos, promovido su búsqueda de prosperidad, mantenido encendida la llama de su fe. Incluso ahora, ninguna institución estadounidense hace más por los inmigrantes que sus comunidades cristianas”.

“También yo vengo de una tierra vasta, inmensa y no pocas veces uniforme, que como la de ustedes, ha recibido la fe del bagaje de los misioneros. Conozco bien el reto de sembrar el Evangelio en el corazón de hombres procedentes de mundos diversos, a menudo endurecidos por el arduo camino recorrido antes de llegar”, expresó el Papa.

Más adelante reconoció que existe una larga ola de inmigración latina en muchas de las diócesis en las que trabajan los obispos por lo que les agradeció y animó a seguir con su labor. “Tal vez no sea fácil para ustedes leer su alma; quizás sean sometidos a la prueba por su diversidad. En todo caso, sepan que también tienen recursos que compartir. Por tanto, acójanlos sin miedo. Ofrézcanles el calor del amor de Cristo y descifrarán el misterio de su corazón. Estoy seguro de que, una vez más, esta gente enriquecerá a su País y a su Iglesia”.

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