A pesar de que muchos consideran que son un invento de las sociedades contemporáneas, los juegos de azar son prácticas culturales antiguas que surgieron hace muchísimos años en diferentes civilizaciones.

Aunque en sus orígenes estaban relegados a la clandestinidad ya que se los asociaba con la vida licenciosa, con el pasar del tiempo la mayoría de ellos fue aceptado y regulado por parte de los Estados.

Por otro lado, las prácticas lúdicas pasaron por numerosas modificaciones, tanto en la forma de jugar como en el contenido de las apuestas. La llegada de la inmigración europea a las costas rioplatenses posibilitó que en nuestro país se difundieran diferentes actividades. Entre ellas la Quiniela.

Si bien no es un juego de casino ni un bingo tradicional, jugar a la Quiniela es una de las prácticas más elegidas por los argentinos.

¿En qué se basa su popularidad? En que para jugarlo no se necesitan grandes cantidades de dinero, sino que con apostar una pequeña cantidad es posible acceder a importantes premios.

Cómo surgió la Quiniela en Argentina

El verdadero origen de la Quiniela es español, ya que se cree que sus primeros registros datan del año 1929, cuando en un bar de la ciudad de Santander se realizaban apuestas deportivas de los equipos de la época.

Gracias a la inmigración, este juego llegó a Argentina. A mediados del siglo XX, un comerciante vasco llamado Domingo Irigoyen y radicado en Santa Fe, empezó a tomar apuestas de forma ilegal a la unidad y a la decena de los números que salían sorteados en la Lotería de Beneficencia Nacional, que luego se transformaría en la Lotería Nacional.

El término quiniela proviene del vocablo latín “quintus”, que quiere decir cinco. El nombre se debe a las 5 cifras que se solían sortear en la lotería en ese momento.

Para registrar las apuestas los jugadores no necesitaban grandes cantidades de dinero. Bastaba con invertir unos pocos centavos. Los premios eran efectivo, bienes o artículos de diferentes tipos.

Era la lotería de los menos favorecidos, quienes soñaban con salir ganadores aunque no pudieran hacer grandes apuestas.

De la clandestinidad a la legalización

En sus orígenes, la Quiniela era conocida como “la clandestina” y se jugaba de forma encubierta en almacenes, restaurantes, bares, kioscos de diarios y comercios de varios ramos.

Dado que cada vez eran más los argentinos que decidían apostar su dinero en esta modalidad de juego, el Estado decidió que era mejor regularla para evitar estafas e inconvenientes y al mismo tiempo recaudar una porción de las apuestas a modo de impuestos.

Como el Estado Nacional demoraba su oficialización en todo el territorio nacional, algunas provincias decidieron iniciar el camino de la legalización por su cuenta.

La primera provincia en oficializar la Quiniela fue Tucumán, que la legalizó en 1959. Siete años más tarde Formosa fue la segunda jurisdicción en formalizar su legalización.

 En 1973 el juego fue oficializado para todo el territorio de la República Argentina y se convirtió en uno de los favoritos de los habitantes locales.

Actualmente la Quiniela se juega en países europeos como Italia y España, así como también en estados latinoamericanos como Uruguay y República Dominicana.

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