Con las recientes medidas anunciadas por el presidente de la Nación, Mauricio Macri, en los últimos días: eliminación de las retenciones al trigo, el maíz, el sorgo y la carne y la rebaja de la de la soja, sumado a la ya anunciada y preparada devaluación, los precios de la canasta básica van a sufrir nuevos aumentos.

La gravedad del caso es que el único sector que se beneficia con estas decisiones, son los productores y exportadores agropecuarios, en detrimento del poder adquisitivo del asalariado. Esto implica una fenomenal transferencia de recursos de los sectores populares hacia los más ricos del país. Una ecuación que a todas luces produce una alarmante tensión en la sociedad. En pocas palabras se va a perjudicar sensiblemente a una enorme mayoría para beneficiar a una reducida minoría, que ya ostenta una rentabilidad más que aceptable.

La producción agropecuaria no ha dejado de crecer en los últimos 10 años, esto da por tierra la excusa de que el campo pierde plata todos los años. De hecho, la producción de trigo escaló un 95 por ciento desde 2013, la sojera un 25 y la de maíz un 5.

Este escenario beneficiará a los productores agropecuarios por partida doble, ya que aumentarán los precios de los alimentos y pagarán sustancialmente menos impuestos.

En caso de que Cambiemos lleve el dólar oficial a $ 14, como propuso Alfonso Prat Gay en el calor de la campaña, la reducción del impuesto a la exportación de la soja elevará el ingreso de estos campos desde $ 58.779 millones a $ 90.430 millones, calculado en base a la producción de este año. La diferencia entre ambos escenarios será de $ 31.650 millones.

Por las mismas políticas, los trigueros duplicarán sus ingresos, lo que disparará la rentabilidad del sector. Mauricio Macri anunció que eliminará por completo el arancel del 23% que deben pagar por exportar el cereal, lo que multiplicará la producción de $ 288 millones a $ 535 millones.

El maíz verá un beneficio similar por la desaparición del tributo del 20%, pero con un volumen muy superior. Los productores de la oleaginosa facturarán $ 152.089 millones, en lugar de los $ 85.170 millones que van a ingresar en 2015.

En el caso de la carne, los ganaderos se quedarán con el 5% que antes administraba el Poder Ejecutivo. Esto les significará un ascenso de $ 19.499 millones a $ 53.716 millones.

En total, la nueva ganancia del agro será de $ 118.315 millones los que transferirá el Gobierno al campo desde el resto de los sectores, que se verán perjudicados por la menor recaudación del Estado. De acuerdo a las flamantes autoridades, la caída en el ingreso de la AFIP se compensará con otros impuestos. Sin embargo, la sustanciosa devaluación elevará el precio de los alimentos, lo que disminuirá el poder adquisitivo de los salarios.

En caso de que Cambiemos lleve el dólar oficial a $ 14, como propuso Alfonso Prat Gay en el calor de la campaña, la reducción del impuesto a la exportación de la soja elevará el ingreso de estos campos desde $ 58.779 millones a $ 90.430 millones, calculado en base a la producción de este año. La diferencia entre ambos escenarios será de $ 31.650 millones.

Por las mismas políticas, los trigueros duplicarán sus ingresos, lo que disparará la rentabilidad del sector. Mauricio Macri anunció la eliminación total del arancel del 23% que deben pagar por exportar el cereal, lo que multiplicará la producción de $ 288 millones a $ 535 millones.

El maíz verá un beneficio similar por la desaparición del tributo del 20%, pero con un volumen muy superior. Los productores de la oleaginosa facturarán $ 152.089 millones, en lugar de los $ 85.170 millones que van a ingresar en 2015.

En el caso de la carne, los ganaderos se quedarán con el 5% que antes administraba el Poder Ejecutivo. Esto les significará un ascenso de $ 19.499 millones a $ 53.716 millones.

En total, la nueva ganancia del agro será de $ 118.315 millones los que transferirá el Gobierno al campo desde el resto de los sectores, que se verán perjudicados por la menor recaudación del Estado. De acuerdo a las flamantes autoridades, la caída en el ingreso de la AFIP se compensará con otros impuestos. Sin embargo, la sustanciosa devaluación elevará el precio de los alimentos, lo que disminuirá el poder adquisitivo de los salarios.

Un aumento del 40% del tipo de cambio significará para el campo duplicar sus precios actuales en algunos casos. En el caso de la harina, el ascenso se ubicará en el 110% y llevará a la bolsa de kilo a $ 19,74.

El trigo tiene una incidencia levemente inferior en el pan, por los otros costos que entran en juego en la cadena, por lo que la baguette aumentará un 88% a $ 10,90. En tanto, la bolsa de fideos subirá 78% a $ 27,23.

Además, esta suba disparará el aceite un 51% a $ 16,78, ya que en el corto plazo Cambiemos reducirá los impuestos un 5% por año.

En cuanto a las carnes, el asado subirá un 82% a $ 182. El presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, justificó la escalada de precios de las últimas semanas por las expextativas al acusar que «el precio de la carne estuvo pisado durante años».

Otro de los bienes de la canasta básica afectados será el pollo, que es alimentado en base a maíz, y escalará un 98% a $ 47,50. Asimismo, la leche trepará un 95% desde los $ 10 hasta los $ 19,50.

Como se puede observar, los números solo le cierran a los productores y exportadores agropecuarios, pero afectan de manera superlativa al asalariado ya que no solo sufrirá una pérdida sustancial en su poder adquisitivo, sino que además deberá afrontar una suba sensiblemente alta por los productos básicos para adquirir los alimentos básicos.

Esta situación también afecta directamente a los sectores productivos: hay alrededor de 600 mil empresas Pyme que sufrirán una baja importante en su producción. Más allá de la capacidad instalada, los productos que fabrican estos sectores tendrán una considerable baja en la venta. El asalariado deberá destinar un porcentaje mucho mayor de sus ingresos para cubrir sus necesidades alimentarias y no tendrá capacidad de compra para la adquisición de los productos que producen las empresas industriales locales.

Así comienza un circulo vicioso que ya experimentó la economía argentina. Las empresas fabricantes de productos de consumo secundario  venden menos y se ven obligadas a reducir su producción para bajar los costos, seguidamente se ven obligadas a reducir su planta de empleados, y en muchos casos el impacto llega al limite de tener que abandonar la actividad por falta de rentabilidad.

El sector Pyme emplea alrededor del 70 por ciento del trabajo registrado. Siendo que es justamente este el sector productivo que mayor impacto sufrirá por la transferencia de recursos hacia el Agro. Según se calcula este sector representa un universo de apenas 1500 empresas, contra las 600 mil del sector PYME. Lo esperable en términos de mercado es una caída del sustancial del empleo y una nueva desindustrialización similar a la que afectó a la economía local en la década de los 90.

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