Pese a las intennsas negociaciones entre el oficialismo y el bloque de diputados cordobeses que responde al gobernador Juan Schiaretti, la marcha del odio del #17A dejó secuelas que ponen en riesgo la reforma judicial ue impulsa el Gobierno de Alberto Fernández. Los cuatro diputados que responden al cordobés anunciaron hoy que no van acompañar la iniciativa, lo cual aleja la posibilidad de conseguir los votos para aprobarlo cuando el proyecto llegue del Senado.

Se trata de los diputados del bloque Córdoba Federal Paulo Leonardo Cassinerio, Carlos Mario Gutiérrez, Claudia Gabriela Márquez y Alejandra María Vigo.

El Frente de Todos es primera minoría con 119 legisladores, pero el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, no vota (a excepción de un hipotético escenario de desempate) y tampoco lo hará Ignacio de Mendiguren, en uso de licencia ya que preside el BIDE.

En este marco, precisará de los votos de 12 diputados opositores, una meta demasiado ambiciosa dado el nivel de rechazo que ya adelantaron muchas de las bancadas a las que el oficialismo pensaba ir por ayuda.

Los tres diputados del lavagnismo -Graciela Camaño, Jorge Sarghini y Alejandro «Topo» Rodríguez- ya habían anticipado su rechazo, y es de esperar que el socialista Luis Contigiani adopte la misma postura.

Los dos diputados del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño y Rominá del Plá también votarán en contra, y la duda persiste respecto de la monobloquista Alma Sapag y los justicialistas Eduardo «Bali» Bucca y Andrés Zottos.

Tampoco queda claro cómo se ordenarán los ocho diputados del interbloque Unidad Federal para el Desarrollo que preside José Luis Ramón, quien en general se alinea en las votaciones con el Frente de Todos, aunque no siempre con unanimidad de sus integrantes.

Aún en el hipotético caso de que los ocho respalden la iniciativa oficialista, al Frente de Todos le faltarán votos, lo cual vuelve sombrío cualquier pronóstico.

La única esperanza a la que se aferra el oficialismo es que los cambios introducidos en el Senado, y algunos otros que podrían incorporarse en Diputados, logren torcer la voluntad de un puñado de legisladores en la Cámara baja y así se pueda orillar el número necesario.

La declinación de los cuatro cordobeses, que a priori el oficialismo contaba como votos para su causa, complicó aún más el panorama y derrumbó cualquier atisbo de optimismo.

Córdoba ha sido en las últimas dos elecciones presidenciales un bastión de Mauricio Macri pese a que a nivel provincial no logra hacer pie con un gobernador propio.

El fuerte componente opositor de la provincia se hizo sentir en las calles y ejerció presión sobre Schiaretti, quien tiene la última palabra sobre las decisiones del bloque Córdoba Federal de cuatro legisladores.

Schiaretti se mueve por momentos como un aliado de Alberto Fernández pero con la suficiente muñeca política para no dar un salto al vacío hacia el Frente de Todos, a sabiendas de que su electorado mira de reojo al kirchnerismo.

Esa autonomía le permite ahora soltarle la mano al oficialismo, que necesita imperiosamente pescar votos en bloques opositores «aliados» para torcer el escenario adverso que enfrenta.

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1 Comentario

  1. Este gobernador cordobés más gil que bonito, es como Duhalde, nunca están bien definidos. Tiran para donde les conviene, no son militantes de ningún lado, solo para vivir de la política.

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