CONFLICTO DE INTERESES
Mauricio Macri, presidente de la Nacion.

La masiva movilización sindical del 29 de abril fue el punto alto de un escenario político nuevo: la posibilidad de una oposición a Mauricio Macri que actúe unificada. El discurso del gobierno muestra con claridad cuál es su escenario temido. Empezó por intentar restarle importancia a la concentración de las distintas centrales de los trabajadores, con la invitación a un locro dominguero que terminó con el faltazo del dueño de casa, Luis Barrionuevo, y declaraciones poco oportunas de Macri en el día del trabajador.

Circuló en redes sociales un divertido video que captó la expresión del jefe de Gabinete y cuidador de la comunicación Marcos Peña en el momento preciso en el que Macri argumentaba que si se trataba de leyes, había que impulsar una ley para que “todos seamos felices, y se acabó”.

Pero el panorama se puso más negro para el gobierno cuando avanzó la semana. Los acuerdos de “gobernabilidad” parecen empezar a quebrarse, y tanto el jefe del bloque FPV en el Senado MIguel Ángel Pichetto como Sergio Massa pusieron en jaque a Cambiemos, con el impulso conjunto al proyecto de ley que prohíbe los despidos.

Macri quebró entonces su imagen de puro diálogo y consenso y disparó en público contra Sergio Massa con una estrategia vieja: intentó “pegarlo” al kirchnerismo y adelantó que de aprobarse la iniciativa -lo que por estas horas se demora gracias al “cepo” al proyecto con media sanción que tiene Michetti escondido en su oficina- la vetará.

La idea de una oposición unida es lo que en todos estos casos el macrismo teme: el regreso a la arena política de Cristina Kirchner marcó la idea de un “Frente Ciudadano”, con independencia de los partidos o signos políticos, en el que puedan confluir todos aquellos que busquen la representación de los intereses que el macrismo con sus medidas lesiona día a día. En cuatro meses de gobierno la aprobación de la gestión de Macri cayó por debajo del 40%, y el rápido deterioro de la situación social vía tarifazos, inflación desbocada y despidos no alcanza a ser contrarrestado con el relato de “la pesada herencia”. El sindicalismo y luego Sergio Massa recogieron también este descontento de las bases sociales, y así el gobierno de Mauricio Macri se enfrenta a su peor momento político.

La eventualidad del veto a la ley de prohibición de despidos profundizará esa crisis. Mientras, el macrismo tiene todas sus esperanzas puestas en el providencial “segundo semestre”, que está cada vez más cerca, aunque el Ministro de Hacienda Prat-Gay ya comenzó a atajarse: de llegar, la “lluvia de dólares” no irá para el sector productivo. De regreso a la especulación financiera, la duda está puesta en cuánto más puede durar el “tiempo de gracia” de los votantes del cambio.

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