La fábrica de llantas Mefro Wheels finalmente cierra sus puertas. Desgastados después de cuarenta días de conflicto, los obreros trabajarán hoy por última vez en la planta de Ovidio Lagos al 4400. Reunidos en asamblea decidieron ayer aceptar la propuesta de indemnización que envió la empresa desde Alemania y que los recursos que ingresen por la entrega de pedidos a las terminales se destinen a cancelar la deuda salarial.

Desde la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) señalaron que según lo planteado por los inversores germanos debería abrirse un concurso de acreedores y apuntaron contra el Estado nacional: cuestionaron la apertura de importaciones y advirtieron que con el cierre de la ex Cimetal «se aniquila una actividad industrial en Argentina».

De esta forma, se concretó el escenario que los 170 empleados venían tratando de evitar desde el 2 de enero, cuando los directivos les comunicaron que no tenían materia prima para trabajar.

Desde entonces el gremio denunció que la casa central de Mefro, ubicado en Alemania, buscaba a través de distintas maniobras vaciar la única fábrica del país que produce llantas para terminales automotrices y así exportar directamente desde Europa.

Agotados después de más de un mes de resignar sus ingresos para comprar materias primas y continuar la producción, los operarios aceptaron ayer finalmente la indemnización que puso sobre la mesa el fondo inversor, que según los cálculos del gremio representa un 60 por ciento de lo que les corresponde por ley.

En custodia

Desde mañana los empleados sólo concurrirán a la planta para custodiar la maquinaria y repartir el dinero que ingrese por los pedidos entregados para cubrir los salarios atrasados. El último sueldo que cobraron fue el de diciembre.

En este lapso los obreros representados por la UOM desarrollaron distintas iniciativas para resguardar las fuentes laborales. Se reunieron varias veces con el Ministro de Trabajo de la provincia, Julio Genesini, y también con el Ministro de Producción de Santa Fe, Luis Contigiani, quienes aportaron recursos para cubrir parte de los sueldos y prometieron un crédito de siete millones de pesos para que la fábrica pudiera producir. Sin embargo, el préstamo nunca se concretó: la justicia laboral rechazó tanto en primera como en segunda instancia el blindaje judicial que había solicitado la UOM para intervenir de forma provisoria y extraordinaria el directorio y así cubrir la acefalía de la compañía.

Según relataron los trabajadores, los empresarios alemanes nunca plantearon una solución real: primero elaboraron un plan de salvataje basado en el uso de recursos públicos y el concurso de acreedores de empresa, sin inversión privada, y luego ofrecieron indemnizar a los obreros para cerrar la planta.

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